
Cierto: la “debilidad” de la oposición no es solo culpa de la oposición.
Tiene mucho que ver con la intervención sistemática del Gobierno.
Muchos insisten en que, como en el resto del país, en Quintana Roo la oposición “no existe”. Y aunque hay razones válidas para señalar sus carencias, también hay que hablar del sabotaje institucional.
Héctor Aguilar Camín, en un artículo polémico, criticó a la comentocracia por bailar jarabes tapatíos sobre el cadáver de la oposición. Pero apuntó algo más grave: el Gobierno ha intervenido para impedir que haya gobiernos opositores o para que la 4T mantenga mayorías artificiales en el Legislativo.
En el caso específico de Quintana Roo, el drama inicia con personajes como Reyna Tamayo, pero también hay episodios concretos donde se impuso la fuerza del Estado.
Uno de ellos: Othón P. Blanco (Chetumal), donde Yensunni Martínez se impuso mediante un burdo fraude. No bastaron las campañas negras ni el uso indiscriminado de recursos públicos; también hubo “taqueo” de urnas y compra o amenazas a representantes de casilla.
Hay que recordar también los expedientes judiciales contra José Esquivel “Chak Me’ex” y Francisco “Xiximac” Ouc.
Y en el Congreso, la alianza Morena-PVEM-PT tiene el 80% de los escaños, aunque solo obtuvieron el 60% de los votos. La diferencia la puso el aparato.
Sin esa intervención, Lidia Rojas sería hoy alcaldesa de Chetumal y seguramente la principal carta de la oposición rumbo a la gubernatura.
Mary Hernández no sería presidenta municipal de Felipe Carrillo Puerto, y “Xiximac” sería regidor… un regidor incómodo que tendría a raya al actual alcalde, el “ex Rebelde”, Erik Borges.
Tampoco la alianza gobernante tendría mayoría calificada en el Congreso.
Pero no.
Hoy, con simplismo o complicidad, muchos repiten:
“la oposición no existe”.
Y es que, desde el poder, se han encargado de que así sea.
https://lopezdoriga.com/opinion/las-taras-de-la-oposicion-y-la-omision-de-la-critica/
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