“Lo que es de izquierdas es la justicia fiscal, es decir, que contribuyan más los que más ganan porque entre todos tenemos que construir un estado del bienestar, que tiene en la derecha a muchos de sus enemigos”.
Con esta frase, un medio digital progresista de España defendía el plan de la alianza PSOE-Sumar para aplicar nuevos “impuestos a los ricos”.
Y sí, la izquierda, va por más impuestos para lograr, por ejemplo, que la gente pueda contar con derechos de salud y de educación gratuitos, pilares básicos del estado de bienestar.
En México, y particularmente en Quintana Roo, también tenemos un gobierno que se asume de izquierda. Además estar al frente del Ejecutivo estatal. Morena y sus aliados controlan los 11 ayuntamientos y cuentan con mayoría calificada en el Congreso local. De hecho, desde 2019 el morenismo alcanzó la mayoría absoluta (50 + 1) en la legislatura, lo que, desde entonces, le dio influencia directa en el diseño de los presupuestos.
La presidenta municipal de Playa del Carmen, Estefanía Mercado, lanzó un ambicioso plan para incrementar los ingresos municipales, que incluye un ajuste en el cobro del predial a los negocios hoteleros.
No es un caso aislado: hace poco también se aprobaron aumentos en los derechos que pagan los cruceros que atracan en puertos mexicanos, entre ellos Cozumel y Mahahual.
Sin embargo, la pregunta es inevitable: ¿el morenismo caribeño es plenamente consciente de que Morena es una fuerza de izquierda?
Porque en la práctica, este movimiento político en Quintana Roo mantiene una profunda influencia del PVEM, partido que hasta hace pocos años fue cogobierno con el PRI. Y el priismo quintanarroense, durante décadas, se disciplinó al modelo neoliberal que profundizó la desigualdad en el estado.
El dilema es claro: para que el cuatroteísmo caribeño parezca de izquierda, no bastan más impuestos y que solo sean para ricos.
De lo que se trata es convertir la recaudación en verdadera justicia fiscal y en políticas públicas que reduzcan la brecha social.