Se supone que la visita de los líderes nacionales de los partidos a los estados contribuye a la unidad de los mismos.
Eso dice la lógica.
Pero la reciente visita del jefe nacional del PAN, Jorge Romero, acompañado del senador y excandidato presidencial Ricardo Anaya, no tuvo efectos en el resquebrajado panismo quintanarroense.
De hecho, Jorge Herrera solo llegó a profundizar la división del PAN-QR.
Los actuales detentores de la franquicia azul en el Caribe mexicano —con Reyna Tamayo al frente— evitaron la presencia de “ajenos”, y la gira de Romero y Anaya fue una fiesta exclusiva, en la que solo faltó el cadenero.
Según los enterados, el diputado federal y delegado Ernesto Sánchez le tapó los ojos a Romero y Anaya, quienes terminaron llevándose una idea equivocada del panismo local.
Lo peor es que la presencia de los líderes nacionales albiazules no solo no contribuyó a restablecer la concordia en el PAN-QR, sino que incentivó la idea de muchos panistas buscan otras opciones para 2027, y la más atractiva es cambiar el azul por el naranja.