Francisco J. Rosado May
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Como cada año, la semana pasada iniciaron actividades académicas varias instituciones de educación superior (IES) en el estado. Otoño es el ciclo en el regularmente ingresan nuevas generaciones. Sus rostros los denuncian. Los pasillos y aulas se llenan de sueños, expectativas y, muy pronto, realidades. Muchos llegan abrigando la esperanza de tener una profesión que les permita salir adelante junto con su familia. Otros, lamentablemente, llegan con el fin de cobrar la beca y sin compromiso para dedicarse al estudio y aprendizaje.
La falta de procesos eficaces de valoración de ingreso implica, desde el primer día, que los estudiantes con alta motivación para estudiar interactúen con otros que no lo tienen. Y si por alguna razón este último grupo es el dominante y se le permite su presencia, hay una alta probabilidad de que “arrastre” al grupo de motivados.
La valoración de ingreso no necesariamente implica rechazo, sino que sus resultados deben obligar a la IES a diseñar estrategias que permitan compensar los rezagos a quienes lo requieren y al mismo tiempo facilitar el aprendizaje a quienes tienen un buen nivel. ¿Difícil? Sin duda. ¿Complicado? Para nada, solo se requiere de disponibilidad y buenos métodos para guiar inteligencia con inteligencia. Esta reflexión es mucho más importante de tomar en cuenta en el contexto de comunidades pequeñas o indígenas.
Desde el primer día el/la estudiante ingresará a una IES donde quien dirige es o no una persona que cuenta con formación, experiencia adecuados, así como con compromiso con la educación y el desarrollo de su entorno. ¿Qué aprendizaje recibe el/la estudiante cuando se entera de la situación particular de formación, experiencia y compromiso de su Director/a o Rector/a? ¿Cómo llegó a tal posición?
En el aula y otras actividades académicas, el/la estudiante se encontrará con académicos de diferente formación y experiencia. Con base en la normatividad que aplica a varias IES, los académicos son considerados personal de confianza. Lo somos porque la sociedad deposita en nuestras manos la confianza de que sus hijos/as recibirán una buena formación que les permita enfrentar con éxito los retos de la vida y de su profesión, porque en la IES no solo se debe procurar educación sino fomentar valores. Por ejemplo, una titulación con un trabajo autorizado como tesis, sin tener esa calidad, es una violación a la confianza depositada en los académicos, es un engaño al/la estudiante y la sociedad. Las titulaciones no solo deben ser por tesis, las opciones diferentes también son muy importantes, y es tarea de los profesores dejarlo claro.
Hay muchos más retos. La IES debe fomentar valores de equidad, trabajo en equipo, no discriminación, entre otros. Por eso los casos de acoso, especialmente el que se relaciona con el sexo, no deben ser tolerados en lo absoluto. Lo contrario solo contribuye al deterioro institucional. Sin duda también es importante que las IES ofrezcan estabilidad laboral, salarios adecuados para reconocer la confianza de su personal y aplicar criterios adecuados para las promociones de categorías y niveles en los nombramientos. Por supuesto que las evaluaciones constantes de desempeño académico son críticos para evitar las simulaciones, bajo el principio de que definitividad administrativa no implica inamobilidad.
Punto y aparte.
“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá, afirmar sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.” Ayn Rand (nombre real: Alisa Zinóvievna Rosenbaum)
Es cuanto.