
El fuego no se apaga: sequía y calor alimentan los incendios forestales en México
Tepoztlán, Morelos — A pesar de los 114 incendios forestales activos en 23 estados del país, las autoridades aseguran que ninguno representa un riesgo inminente para la población. Sin embargo, el avance del fuego en áreas naturales protegidas y el contexto de sequía extrema en el norte del país dibujan un escenario preocupante para la temporada seca 2024.
Una emergencia controlada, pero persistente
Más de cien frentes activos en todo el país
Según el informe presentado por Laura Velázquez, titular de la Coordinación Nacional de Protección Civil, el país enfrenta actualmente 114 incendios forestales, de los cuales 46 están bajo control con un avance del 80 a 100 por ciento. Los 68 restantes continúan activos, con brigadas trabajando para contener su propagación.
La magnitud del fenómeno es nacional. Las entidades con mayor número de incendios reportados son Chihuahua, Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Morelos, lo que refleja un patrón geográfico de afectaciones en zonas boscosas, serranas y de alta biodiversidad.
Más de 38 mil hectáreas afectadas
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), las llamas han arrasado 38,405 hectáreas hasta el momento. Esta cifra, aunque preliminar, representa una pérdida significativa de cobertura vegetal, biodiversidad y servicios ambientales, especialmente en un país que ya arrastra déficits hídricos severos.
Morelos: foco rojo en la emergencia
Tepoztlán, símbolo de la lucha contra el fuego
Uno de los puntos más críticos es el municipio de Tepoztlán, Morelos, donde se concentran diez incendios, cuatro de ellos en zonas colindantes al Cerro del Tepozteco, una de las Áreas Naturales Protegidas más emblemáticas del país.
En la comunidad de Amatlán, el incendio conocido como “Tirolesas” ha consumido 750 hectáreas y representa el evento de mayor impacto en el estado. Aunque se reporta un 50% de control y un 40% de liquidación, la situación sigue siendo vigilada con sobrevuelos diarios.
Más de 400 combatientes participan en las labores de contención en la zona, incluyendo elementos de la Conafor, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional, Protección Civil estatal y municipal, así como voluntarios de la propia comunidad.
“Solo humo”: el parte esperanzador
Durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, Laura Velázquez detalló que en la mayoría de los incendios activos ya no se observan llamas visibles, sino únicamente humo. Esta situación marca una etapa de consolidación en las tareas de control, aunque el riesgo de reactivación persiste debido a las condiciones climáticas.
Causas estructurales: la sequía como factor clave
42.8% del país en condiciones de sequía
La raíz del problema no está solo en el fuego, sino en el agua que falta. Según datos oficiales, el 42.8% del territorio nacional presenta condiciones de sequía moderada a excepcional, particularmente en el norte y noreste del país. Esto convierte a los ecosistemas forestales en un combustible natural para cualquier chispa.
La precipitación acumulada en lo que va del año (1 de enero al 6 de abril) ha sido de apenas 41.3 mm, lo que representa un déficit del 32.7% respecto al promedio histórico entre 1991 y 2020. Esta tendencia se traduce en suelos resecos, acumulación de material inflamable y condiciones extremas que favorecen la propagación de incendios.
Cambios climáticos y presión humana
Aunque el origen puntual de cada incendio puede ser diverso —quemas agrícolas mal controladas, rayos, descuidos humanos—, el contexto general apunta a una convergencia de crisis climática y presión territorial.
Las zonas de mayor afectación coinciden con regiones de crecimiento urbano irregular, conflictos agrarios y turismo mal regulado, como es el caso del Parque Nacional El Tepozteco, donde año con año se repite la amenaza del fuego.
La respuesta del Estado: entre coordinación y límites
Más de 3,900 combatientes desplegados
En total, 3,978 brigadistas están en campo combatiendo los incendios. Se trata de un despliegue conjunto entre la Conafor, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional, la Marina, gobiernos estatales y municipales, así como voluntarios locales.
Este esfuerzo refleja una coordinación interinstitucional destacable, pero también deja en evidencia las limitaciones estructurales de los cuerpos forestales en México, que desde hace años operan con presupuestos limitados y alta rotación de personal.
¿Y después del fuego?
Una vez sofocados los incendios, viene el trabajo de restauración ambiental. Sin embargo, muchas veces estas tareas quedan relegadas por falta de recursos o voluntad política. El riesgo es que áreas devastadas por el fuego terminen convertidas en zonas de expansión urbana o agrícola, lo que profundiza el ciclo de deterioro ambiental.
Un llamado desde el territorio
Comunidades en la primera línea
En Tepoztlán, los habitantes no solo observan el fuego, sino que lo enfrentan. Decenas de voluntarios se han sumado a las labores con herramientas rudimentarias, mascarillas improvisadas y un profundo sentido de pertenencia por su territorio.
“El fuego no respeta horarios, y nosotros tampoco”, cuenta un brigadista comunitario. “Aquí todos defendemos el cerro como parte de nuestra historia”.
Este relato desde el territorio pone rostro humano a una crisis ambiental que, aunque generalizada, tiene consecuencias directas y específicas en cada comunidad afectada.
Un país en llamas que aún puede apagar su crisis
Los 114 incendios forestales activos en México reflejan más que una coyuntura: son el síntoma visible de una crisis climática estructural, de políticas ambientales frágiles y de comunidades en resistencia.
Aunque las autoridades aseguren que no hay riesgo inmediato para la población, el riesgo mayor está en normalizar estos eventos, asumir que cada temporada seca traerá una nueva ola de fuego, sin atender las causas de fondo: la sequía, el cambio climático, el abandono rural, la falta de prevención y la presión sobre áreas protegidas.
Apagar el fuego es urgente, pero encender una nueva política ambiental es aún más necesario.