
A oscuras y sin consenso real, la Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó un impuesto a las remesas del 3.5%. La medida, más política que económica, podría cambiar la forma en que millones de familias mexicanas reciben su sustento.
Golpe directo a las remesas: contexto de una decisión polémica
La madrugada sorprendió con una noticia que encendió alarmas entre analistas financieros y familias mexicanas: la Cámara de Representantes de Estados Unidos, dominada por republicanos, aprobó una ley presupuestaria que incluye un impuesto de 3.5% a las remesas enviadas fuera del país, particularmente hacia México. Aunque la propuesta aún debe pasar por el Senado, el mensaje político ya está claro.
Una propuesta con sello trumpista
El proyecto de ley, impulsado por el presidente Donald Trump y presentado originalmente como un paquete de medidas fiscales el 12 de mayo, buscaba gravar las remesas con un 5%, pero tras negociaciones internas fue reducido a 3.5%. Pese a la rebaja, el impacto se anticipa significativo, tanto en lo simbólico como en lo operativo.
¿Por qué importa tanto en México?
México es el principal receptor de remesas provenientes de Estados Unidos. En 2024, los envíos alcanzaron cifras récord, superando los 63 mil millones de dólares. Estos recursos son fundamentales para millones de familias, especialmente en estados como Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Yucatán, donde el ingreso depende en gran medida de lo que llega desde el norte.
Consecuencias inmediatas: entre la informalidad y la resistencia
El impuesto amenaza con reconfigurar el mercado de transferencias internacionales y fomentar canales alternativos que eluden el sistema bancario tradicional.
Opciones para los migrantes: ¿pagar o buscar caminos?
Según James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco, la comunidad migrante podría responder de tres formas:
- Aceptar el impuesto y seguir enviando dinero como siempre.
- Utilizar familiares o cuentas bancarias estadounidenses para transferencias.
- Optar por medios informales o ilegales, que evadan el gravamen.
“Lo único que cambiará será el registro contable: no se verá en las cifras oficiales, pero el dinero seguirá fluyendo”, advierte Salazar.
Incentivos peligrosos: informalidad y descontrol
Para BBVA México, el impuesto es “injusto y regresivo”. Elevará cuatro veces el costo de las transferencias y dañará un mercado formal y competitivo. Además, según sus análisis, podría generar un retroceso de más de 1,500 millones de dólares anuales para el país, al incentivar canales informales fuera de regulación y sin garantías.
Una medida política, no económica
Desde otra trinchera, la economista Gabriela Siller (Banco Base) califica el gravamen como una jugada electoral, sin lógica fiscal sólida. El impacto en recaudación para Estados Unidos sería mínimo —menos del 0.1% de sus ingresos anuales— mientras que el daño a las comunidades migrantes y sus familias en México será tangible.
¿Qué pasará con las cifras de remesas?
La especialista anticipa que el crecimiento de las remesas bajará de un 3% esperado a un 1 o 2%. Si el peso mexicano se aprecia, la pérdida se amplificará. En resumen: más costos para los migrantes, menos dinero en casa, y poco provecho para la administración estadounidense.
Las sombras del mercado informal: riesgos y consecuencias
El crecimiento de un mercado de transferencias informal no solo pone en riesgo la seguridad financiera de las familias receptoras, sino que también complica la trazabilidad del dinero, abre espacio para operaciones ilícitas y debilita la estabilidad de un sistema que, hasta ahora, había funcionado con eficiencia.
De lo legal a lo clandestino
El cambio forzará a muchos migrantes a explorar opciones poco reguladas. Algunas podrían implicar costos mayores, otras inseguridad o incluso actividades delictivas. México, a través de Banxico y otras instituciones, podría enfrentar nuevos desafíos para rastrear flujos y garantizar transparencia.
México frente al reto: ¿cómo responder?
Aunque la medida aún requiere aval del Senado estadounidense, México ya debe prepararse para escenarios alternativos. Entre ellos:
- Fortalecer alianzas con plataformas de envío legal.
- Informar a la comunidad migrante sobre sus derechos y riesgos.
- Promover la bancarización en ambos lados de la frontera.
- Monitorear y ajustar políticas internas para contener impactos.
El impuesto a las remesas no solo revela la tensión política en Estados Unidos, también destapa la vulnerabilidad de millones de mexicanos que dependen de estos recursos. La medida, aunque aún sin aprobarse en definitiva, representa un desafío urgente para las finanzas personales, la política monetaria mexicana y la estructura migratoria.
No se trata solo de dólares que cruzan fronteras: son historias, esfuerzos y futuros familiares. El castigo fiscal a las remesas no recaerá en millonarios, sino en obreros, campesinos y mujeres que cada mes envían lo que pueden, para sostener lo que aman.