El 82 Festival Internacional de Cine de Venecia fue testigo de una ovación sin precedentes. El cineasta mexicano Guillermo del Toro presentó su esperada adaptación de «Frankenstein», una obra que, según el público, resonó profundamente, mereciendo 13 minutos de aplausos de pie en su estreno. Este evento, que unió en la alfombra roja a Oscar Isaac, Guillermo del Toro y Jacob Elordi, marcó un hito en el festival, posicionando al cineasta como una voz esencial en la revisión de los clásicos.
La visión de un «Frankenstein» para el presente
Del Toro compartió con los medios que su versión de «Frankenstein» llega en un momento idóneo. Más allá del terror tradicional, el director confesó que su película es, en esencia, una historia de amor, impregnada de compasión y humanidad.
Un legado de monstruosidad y santidad
La narrativa del cineasta desafía la percepción convencional de la monstruosidad. «Una película que dice que sólo los monstruos juegan a ser dios no podría llegar en un mejor momento. Ser sentimental en la actualidad es el nuevo punk», afirmó del Toro. Recordó su fascinación infantil por la criatura: «Me criaron inculcándome la religión católica, pero nunca entendí del todo a los santos. Y luego, cuando vi a Boris Karloff, el actor que interpreta al monstruo de Frankenstein en la película de James Whale de 1931, en la pantalla, entendí cómo se veía un santo o un mesías. Así que he estado siguiendo a la criatura desde que era niño».
La esencia de lo humano en tiempos de terror
En su apogeo en Venecia, del Toro describió su estado como una «depresión posparto» tras finalizar la «fiesta gótica de decorados» que es su película. Declaró: «Vivimos un tiempo de terror y de intimidación y la respuesta, de la que forma parte el arte, es el amor. No hay una tarea más urgente que la de mantenernos humanos en un tiempo en el que todo empuja hacia una comprensión bipolar de la humanidad».
Una historia personal y evolutiva
El director reconoció que la película lo transformó personalmente. Su constante fascinación por las fábulas y parábolas lo llevó a crear una historia actual, a pesar de estar ambientada en el pasado. Reflexionó sobre su evolución: «Si la hubiera hecho antes de los 40, la habría contado desde la mirada de un hijo. Hoy la hice como padre. En el camino se aprende y entendí que las cosas suceden cuando tienen que suceder». Del Toro también advirtió: «Cuando hablo de otra época, en realidad hablo del presente. No le tengo miedo a la inteligencia artificial, le tengo miedo a la estupidez natural, que es más abundante».
El monstruo redimido: más allá del terror
Guillermo del Toro, reconocido por obras como «La forma del agua» (2018) y «Pinocho» (2023), enfatizó que su lectura de «Frankenstein» se distancia del cliché del terror. Busca acercarse a la parte más emotiva y conmovedora de la novela de Mary Shelley (1818). La figura que provoca pánico se desvanece para dar lugar a una criatura condenada a la soledad, rechazada por su propio creador, por el mundo, y lo que es peor, por sí misma, con un anhelo de amor y pertenencia que parece inalcanzable.
Las voces del elenco: marginados y pureza
El actor Oscar Isaac interpreta a Victor Frankenstein, mientras Jacob Elordi da vida al monstruo. Isaac compartió una anécdota de del Toro antes del rodaje: «Estoy creando este banquete para ti, sólo tienes que aparecer y comer». Sobre la película, Isaac expuso: «Esta película se siente particularmente personal. Creo que, en última instancia, trata sobre los marginados».
Elordi se sumó tardíamente a la producción, entregándose por completo al «monstruo infantil», con quien no le resultó difícil identificarse. «Es un recipiente en el que pude volcar todo mi ser», expresó el actor. Añadió: «En muchos sentidos, la criatura que aparece en pantalla en esa película es mi forma más pura; es más yo que yo mismo».
La tradición gótica y la sensibilidad del autor
Desde sus primeras películas, del Toro ha mostrado una afinidad por los seres incomprendidos, desde los insectos de «Cronos» hasta el anfibio de «La forma del agua». Su cine busca dar voz a quienes son excluidos por su apariencia, su diferencia o su «monstruosidad simbólica». Quien esperara una película de terror de la historia de Mary Shelley (escrita en 1818 cuando ella tenía solo 18 años) podría sentirse desencantado. En el «Frankenstein» de del Toro, predomina un contenido emocional marcado por el dolor y la soledad, un cruce entre la tradición gótica de la novela y la sensibilidad del autor que ha hecho del «monstruo» su metáfora más entrañable. Su estética gótica se nutrió desde su infancia en Guadalajara al observar una de sus iglesias. La primera adaptación cinematográfica de «Frankenstein» se remonta a 1910, siendo la de 1931 una de las más famosas.
El director mexicano parece recordarnos que los verdaderos monstruos no son los que lucen cicatrices visibles, sino aquellos que, por miedo o arrogancia, niegan humanidad a los demás.