
Ganado varado, frontera cerrada y una plaga que avanza
Una crisis silenciosa golpea al corazón ganadero de Durango. Mientras miles de reses regresan de la frontera, los productores enfrentan pérdidas millonarias.
Un golpe seco al corazón ganadero de Durango
Las exportaciones de ganado en Durango, una de las actividades económicas más importantes del estado, atraviesan su momento más crítico en años. La repentina decisión del gobierno de Estados Unidos de cerrar su frontera a la carne mexicana, debido a la presencia del gusano barrenador, ha dejado en pausa el envío de más de 160 mil cabezas de ganado, alterando la economía de decenas de municipios.
Aunque la alerta sanitaria se originó por casos detectados en Veracruz, los efectos se sienten con fuerza en el norte del país. Para los ganaderos duranguenses, las medidas son “unilaterales” y devastadoras.
Estados Unidos cierra la puerta: los números del impacto
La Unión Ganadera Regional de Durango, encabezada por Rogelio Soto Ochoa, reporta que al menos 1,300 cabezas de ganado que se dirigían al cruce fronterizo el martes 13 de mayo fueron regresadas. Y no es la primera vez.
Datos clave:
- En el ciclo anterior (2023), se exportaron 250 mil cabezas.
- En lo que va del actual ciclo (que termina en agosto), solo se ha exportado una tercera parte.
- El impacto económico aún no se ha cuantificado, pero es evidente: transporte, alimentación y logística se encarecen al doble cuando las rutas se interrumpen.
Más de 160 mil animales que ya deberían estar en corrales estadounidenses siguen en territorio nacional, esperando una reapertura incierta.
Gusano barrenador: el enemigo biológico que reavivó la frontera
El detonante fue la aparición del gusano barrenador, una plaga letal para el ganado. Aunque los primeros brotes se ubicaron en el sur, en regiones tropicales, la alerta creció cuando nuevos casos se detectaron más cerca de la frontera.
Estados Unidos no esperó una certificación nacional. Activó de inmediato sus barreras sanitarias.
¿Qué es el gusano barrenador?
- Es una larva de mosca que se introduce en las heridas del ganado.
- Causa infecciones severas que pueden llevar a la muerte del animal.
- Su control requiere vigilancia, fumigación y protocolos binacionales.
La urgencia sanitaria y la respuesta (lenta) de México
Rogelio Soto Ochoa fue claro: el tiempo corre. México tiene dos semanas para demostrar que está actuando con firmeza. De lo contrario, el cierre podría extenderse más allá de agosto, afectando la totalidad del ciclo ganadero.
Hasta ahora, no hay un plan público contundente del gobierno federal. Los ganaderos exigen:
- Campañas sanitarias focalizadas.
- Coordinación con Senasica y organismos estadounidenses.
- Recursos extraordinarios para contener la plaga.
Durango, aunque libre del gusano, paga el precio de la desconfianza.
Las consecuencias que vienen: pérdidas, endeudamiento y parálisis
El retorno del ganado desde la frontera implica costos logísticos elevados: cada día extra de transporte y alimentación reduce la ganancia del productor.
Además:
- Los engordadores y ranchos pierden valor comercial al perder el “tiempo ideal” de venta.
- Los mercados locales se saturan, lo que desploma precios.
- La incertidumbre impide planificar el próximo ciclo.
Esta situación, si se prolonga, puede derivar en quiebras de pequeños productores, desempleo y ruptura de cadenas de suministro.
Un llamado desde el norte: reabrir la frontera con responsabilidad
El cierre no solo afecta a Durango. Es un tema de soberanía sanitaria y relaciones binacionales. Estados Unidos ha endurecido su vigilancia. México, por su parte, debe demostrar que puede contener la amenaza.
El caso del gusano barrenador pone sobre la mesa la necesidad de:
- Reforzar los sistemas de monitoreo pecuario.
- Crear fondos de emergencia para contingencias sanitarias.
- Mantener canales de comunicación abiertos con el Departamento de Agricultura de EU.
Durango, rehén de una plaga lejana
Mientras en el sur los brotes del gusano barrenador se combaten, en el norte los productores resienten una política de prevención que, aunque lógica desde el punto de vista sanitario, carece de coordinación y justicia territorial.
Durango, sin reportes de la plaga, ha quedado en medio de una tormenta regulatoria. La incertidumbre persiste. La reapertura depende de decisiones federales y de la velocidad con que México responda al desafío sanitario. De lo contrario, el daño podría arrastrarse más allá del ciclo 2024.