Decenas de miles de personas se manifestaron este jueves en Francia para exigir al nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, que abandone la política de «austeridad» en los presupuestos para 2026. La movilización, impulsada por sindicatos, también demandó un aumento de impuestos a los ultra ricos, reflejando un «hartazgo» generalizado con la política fiscal de Emmanuel Macron.
Una marea ciudadana contra la política fiscal
Las protestas a nivel nacional, convocadas por diversos sindicatos, congregaron a miles en ciudades como París y Lille. La jornada de huelgas y manifestaciones del 18 de septiembre de 2025 sirvió como un claro mensaje al gobierno francés. Paul, un técnico de bicicletas de 29 años, expresó el sentir popular desde la manifestación en la capital: «Cuando ves que los más ricos se llenan los bolsillos a nuestra costa y se les pide a las clases populares que se aprieten aún más el cinturón, llega un momento en que ya no podemos más».
Las autoridades anticipaban una movilización masiva, con hasta 900 mil manifestantes en las calles, una cifra que quintuplica las protestas del 10 de septiembre organizadas por redes sociales y se asemeja a los niveles de la movilización contra la reforma de las pensiones de 2023. Desde primera hora de la mañana, el llamado a la huelga tuvo un impacto significativo, con limitaciones en el servicio de trenes regionales y transporte público, el cierre de muchas escuelas y la mayoría de farmacias, y algunos intentos de bloqueos.
El detonante: Un presupuesto con recortes históricos
La chispa de estas protestas fue el plan presupuestario para 2026 presentado por el ex primer ministro François Bayrou. Este proyecto preveía recortes por 44 mil millones de euros (51 mil 900 millones de dólares) y la polémica supresión de dos días feriados. La negativa del Parlamento a este plan llevó a la caída de su gobierno.
Aunque su sucesor, Sébastien Lecornu, anunció la elaboración de un nuevo plan que ya no incluirá la supresión de los días feriados, los sindicatos decidieron mantener las manifestaciones. Su objetivo es exigir al gobierno que deseche por completo el «museo de los horrores» que, según ellos, contemplaba el plan de Bayrou. Sophie Binet, líder del sindicato CGT, celebró el día como «un éxito» al inicio de la manifestación. Por su parte, Marylise Léon, de la CFDT, consideró que el movimiento representa una «advertencia muy clara» para Lecornu.
Impacto y escalada de la movilización
La jornada de protestas, aunque en su gran mayoría pacífica, registró incidentes. Las autoridades desplegaron 80 mil policías y gendarmes. En ciudades como Nantes, hubo algunos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que incluyeron el lanzamiento de gases lacrimógenos.
En París, un grupo de manifestantes con bengalas irrumpió durante 20 minutos en el ministerio de Finanzas, según el sindicato SUD Rail. Fabien Villedieu, líder sindical, comentó a Afp: «Hemos sugerido, amable pero firmemente, al ministerio que busque el dinero donde está: en los bolsillos de los más ricos». Este reclamo se hizo eco en toda la capital, donde miles de manifestantes, muchos jóvenes, desfilaban al son de bandas de música detrás de lemas como «Política de austeridad: ¡basta!» o «Graven a los ricos».
La demanda de justicia fiscal: La ‘tasa zucman’
La reivindicación de «justicia fiscal» ha encontrado un símbolo en la llamada «tasa Zucman». Esta propuesta consiste en gravar con dos por ciento anual los patrimonios superiores a 100 millones de euros (118 millones de dólares). Un sondeo reciente reveló que 86 por ciento de los franceses está a favor de esta medida.
A pesar del amplio respaldo popular, el primer ministro centroderechista Lecornu ya rechazó esta medida, que enfrenta la oposición de sus aliados conservadores en el gobierno, la patronal y la extrema derecha. No obstante, se declaró «dispuesto» a trabajar sobre cuestiones de «justicia fiscal».
El desafío político de Sébastien Lecornu
Los sindicatos también exigen la derogación de la impopular reforma de las pensiones de 2023 y un aumento de recursos para los servicios públicos. Estos reclamos no son nuevos y ya estuvieron presentes en movilizaciones anteriores, como las de los «chalecos amarillos» (2018-2019) o las protestas contra el retraso de la edad de jubilación (2023).
Lecornu, cuyo gobierno está en minoría, continuó este jueves sus contactos con los partidos políticos para elaborar un presupuesto para 2026 que evite su caída, un destino que ya sufrieron sus dos predecesores. El gobierno debe presentar el plan a mediados de octubre al Parlamento, en un contexto de fuerte presión para reducir el déficit (5.8 por ciento del PIB en 2024) y la deuda pública (114 por ciento). La tensión se acentuó el viernes, cuando la agencia Fitch degradó la nota de la deuda soberana francesa.
Reclamos históricos y el espectro de la dimisión
Si el Parlamento rechaza el nuevo presupuesto, la crisis política se recrudecerá aún más, intensificando los llamados a la dimisión de Emmanuel Macron. Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda radical, manifestó durante la protesta en Marsella: «El presidente es el caos y todo lo que ha ocurrido en este momento es el resultado de su acción». Estas movilizaciones no solo cuestionan las políticas actuales, sino que también reavivan el debate sobre la legitimidad y dirección del liderazgo político en Francia.