
Un año después del hallazgo, la verdad sale a flote en Ixtlahuacán. La confirmación oficial de 42 cuerpos en una fosa clandestina reabre viejas heridas en Colima, epicentro de la violencia soterrada en México.
La fosa de Ixtlahuacán: un año de espera, 42 cuerpos encontrados
La Fiscalía General del Estado (FGE) de Colima reveló este 2025 un dato espeluznante: 42 cuerpos humanos fueron recuperados de una fosa clandestina en el municipio de Ixtlahuacán, un sitio que desde abril de 2024 era vigilado con recelo.
El terreno, de 42 hectáreas en la comunidad de Agua de la Virgen, estaba relacionado con la desaparición de los líderes comuneros Ricardo Lagunes y Antonio Díaz, vistos por última vez en Tecomán.
La cifra no es solo una estadística: son 42 vidas que pasaron al silencio forzado, víctimas de una violencia que lleva años horadando el tejido social de Colima.
El contexto detrás del hallazgo en Colima
Un territorio marcado por la desaparición
Desde 2019, Colima —especialmente el municipio de Tecomán— se ha convertido en un punto crítico de fosas clandestinas. Los registros hablan por sí solos:
- 2019: Santa Rosa, Tecomán – 84 cadáveres.
- 2023: Cerro de Ortega – 92 cuerpos en 55 fosas.
- 2024: Ixtlahuacán – ahora confirmado: 42 cuerpos.
El patrón es claro. La violencia no ha disminuido, solo ha mutado. Las fosas se han vuelto el rastro que deja la impunidad.
¿Quiénes son los desaparecidos?
Aunque la FGE no ha confirmado si entre los restos se encuentran Lagunes y Díaz, sí admitió que algunas víctimas han sido identificadas como originarias de Guanajuato y Michoacán. La presencia de cuerpos de otros estados revela la dimensión interestatal del crimen organizado y su dominio del territorio.
Investigación forense: lenta, pero reveladora
Participación interinstitucional
En esta ocasión, la FGR, la FEIMDP y diversos colectivos de búsqueda están participando en la investigación, un hecho poco común en las primeras etapas de hallazgos similares. La colaboración con colectivos representa no solo un avance técnico, sino un acto de reconocimiento hacia quienes han encabezado la lucha contra la desaparición.
¿Por qué tardó un año en confirmarse?
La pregunta clave. ¿Por qué el silencio durante doce meses? Las autoridades explican que fue necesario un proceso de análisis forense minucioso. Pero los colectivos señalan una constante: la negligencia oficial y la falta de capacidad forense en los estados. Esta crisis de identificación ha llevado a que miles de cuerpos en México permanezcan como NN.
Colima, epicentro de la crisis forense en México
Un patrón sistemático
La secuencia de hallazgos revela que Colima no es excepción, sino regla. El Estado ha sido señalado en múltiples ocasiones por el Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas por su falta de políticas efectivas en materia de búsqueda.
En un estado con una de las tasas de homicidio más altas del país, las fosas clandestinas operan como cementerios paralelos. La existencia de terrenos enteros usados para enterrar cuerpos en masa evidencia un modelo criminal consolidado.
Los vacíos del sistema judicial
El caso de Ixtlahuacán también pone en evidencia los vacíos en el sistema judicial mexicano: sin sentencias firmes, sin responsables detenidos, y con un sistema forense colapsado. La Fiscalía sigue sin vincular públicamente este hallazgo con un grupo delictivo específico, aunque los patrones apuntan a una operación de alto nivel.
¿Qué sigue para las familias y los colectivos?
La lucha por la verdad
Para los colectivos, este hallazgo es solo una etapa más. Su prioridad sigue siendo la identificación de los cuerpos. Las familias no buscan estadísticas: buscan nombres, historias, y respuestas.
En palabras de uno de los voceros de los colectivos presentes en el lugar:
“No queremos más fosas; queremos verdad y justicia, no números”.
Urge una política nacional de búsqueda
Casos como el de Ixtlahuacán refuerzan la necesidad de una política nacional efectiva de búsqueda e identificación forense, con presupuesto, personal y tecnología. El gobierno federal ha anunciado planes, pero los tiempos burocráticos van a contrarreloj de las desapariciones.
Una fosa más, un país que no despierta
El hallazgo de 42 cuerpos en una fosa clandestina en Colima es mucho más que un dato forense. Es el reflejo de una crisis nacional en la que el crimen organizado entierra cuerpos mientras el Estado entierra verdades. A un año del descubrimiento, apenas empieza el duelo y la exigencia de justicia.
Las cifras duelen, pero aún más duele el silencio institucional. Esta fosa, como tantas otras, nos grita lo que el país se niega a escuchar: México está lleno de muertos que no hemos querido buscar.