
La desaparición que estremeció al norte de Quintana Roo
“Algo no está bien”, dijo una familiar. Así comenzó la pesadilla para los allegados de Fernando Hermosillo Curiel, chofer originario de Chiapas, reportado como desaparecido junto con el empresario Osberth Valle. Ambos fueron encontrados sin vida 20 días después de su desaparición en Kantunilkín, cabecera del municipio de Lázaro Cárdenas, una zona que hasta hace poco parecía ajena a la violencia del crimen organizado.
Un caso que desnudó la inseguridad rural en el Caribe Mexicano
El 10 de abril, Hermosillo Curiel y Valle emprendieron un viaje que parecía rutinario. Su destino: Kantunilkín. La última vez que sus familiares supieron de ellos fue antes de entrar al pueblo. Desde ese momento, el silencio fue absoluto.
Durante días, la incertidumbre reinó. Las redes sociales se inundaron de mensajes de ayuda y búsqueda. Sin embargo, no fue hasta el 30 de abril cuando se confirmó lo que muchos temían: sus cuerpos fueron hallados enterrados en un punto no especificado del municipio, tras la detención de tres personas presuntamente implicadas, entre ellas un menor de edad.
Las piezas del caso Fernando Hermosillo Curiel
Una desaparición planificada
Las autoridades estatales informaron que los presuntos responsables —Gabriel “N”, Venancio y José “N”— eran halcones: vigilantes del crimen organizado que alertan sobre movimientos de personas y cuerpos policiales. Su función clave habría permitido ubicar y raptar a Hermosillo y Valle.
Detenciones en colonias clave
Las detenciones se realizaron tras cateos en las colonias Miguel Borge Martín, Xamankah, Expo y Centro, ubicadas en rutas de acceso estratégico. Ahí se aseguraron drogas y otros indicios, aunque no se confirmó el hallazgo de objetos personales de las víctimas. En paralelo, se localizó el Volkswagen Jetta en el que se trasladaban, abandonado en Valladolid Nuevo.
El menor implicado y una justicia desigual
Uno de los detenidos, José “N”, tiene apenas 16 años. Fue turnado a un juez especializado en justicia para adolescentes. Su involucramiento ha abierto una discusión sobre la creciente participación de menores en estructuras delictivas en la región.
Un patrón de violencia que se repite
El papel de Kantunilkín en el mapa del crimen
Kantunilkín no forma parte de las rutas turísticas habituales. Sin embargo, su ubicación —entre Cancún y el centro de Quintana Roo— lo convierte en un punto de tránsito valioso para actividades ilícitas. Su entorno selvático y la baja vigilancia lo hacen ideal para grupos criminales en expansión.
De Chiapas y Campeche, hacia el olvido
Tanto Fernando Hermosillo Curiel como Osberth Valle eran originarios de otros estados: Chiapas y Campeche, respectivamente. Su llegada a Kantunilkín probablemente fue percibida como una intrusión. Según fuentes no oficiales, su presencia fue detectada por la red de halcones poco después de su ingreso.
Voces silenciadas, exigencias presentes
Familias en duelo y redes que no callan
Mientras la Fiscalía General de Quintana Roo mantenía un silencio estratégico, las familias alzaban la voz en redes sociales. El hermano de Valle escribió:
“Nadie merece lo que te pasó por estar en el lugar y momento equivocado”.
Una frase que resume el horror cotidiano en regiones donde la ley se diluye ante el poder de los grupos delictivos.
Empresarios en alerta
El caso generó reacciones en círculos empresariales de Campeche y Chiapas, desde donde se ha cuestionado la efectividad de las acciones del gobierno de Quintana Roo. El mensaje es claro: los empresarios ya no están seguros ni en pueblos pequeños.
¿Qué sigue para el caso Fernando Hermosillo Curiel?
Investigaciones en curso, justicia pendiente
Aunque se han logrado detenciones y se encontró el vehículo de las víctimas, la Fiscalía no ha revelado el móvil del crimen. Se especula sobre posibles extorsiones, ajustes de cuentas o errores de identificación criminal. La falta de información alimenta la incertidumbre.
Un llamado a redoblar esfuerzos
El caso exige que el Estado replantee sus estrategias de seguridad, particularmente en zonas rurales fuera del radar turístico. También obliga a revisar los mecanismos de protección para empresarios y trabajadores foráneos en municipios donde el crimen organizado ya no es una amenaza lejana, sino una presencia cotidiana.
Fernando Hermosillo y una advertencia que no debe ignorarse
La muerte de Fernando Hermosillo Curiel no es solo una tragedia personal o familiar. Es una advertencia sobre lo que está ocurriendo en los márgenes del Caribe Mexicano. El crimen organizado se está asentando en municipios pequeños, donde la vigilancia es mínima y el olvido institucional es estructural.
Este caso debe servir como parteaguas para repensar la seguridad y visibilizar las nuevas rutas delictivas. Porque cuando los cuerpos aparecen tarde, la justicia siempre llega a destiempo.