
Desde la misma sede del poder, Claudia Sheinbaum lanzó un mensaje que toca fibras sensibles de la seguridad binacional: Estados Unidos ha cambiado el rumbo y ahora, por primera vez, dice priorizar frenar el flujo de armas hacia México.
Un giro inédito en la política fronteriza
La presidenta Claudia Sheinbaum, durante su conferencia matutina del 16 de mayo, sorprendió al anunciar un viraje en la política estadounidense respecto al tráfico ilegal de armas. En sus palabras, Estados Unidos ahora “tiene como una de sus prioridades incautar armas” que cruzan hacia territorio mexicano.
Este cambio, enfatizó, responde a una solicitud expresa de su administración y representa un contraste radical con lo que ocurrió en el pasado, particularmente durante el escandaloso operativo Rápido y Furioso, cuando el gobierno estadounidense permitió el ingreso de cientos de armas al país con la esperanza de rastrear redes criminales. Esa estrategia fracasó, dejando un legado de violencia y desconfianza bilateral.
Rápido y Furioso: una herida aún abierta
Un plan que salió mal
En 2009, el gobierno de Estados Unidos, a través de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), implementó el operativo Rápido y Furioso. Su objetivo era dejar pasar armas compradas de forma ilegal por traficantes, con la esperanza de seguirles la pista hasta los altos mandos del crimen organizado en México.
El resultado fue catastrófico: más de 2,000 armas cruzaron la frontera sin control real, y muchas de ellas terminaron involucradas en hechos de violencia, asesinatos y masacres en el país.
Consecuencias reales
Una de esas armas fue utilizada para asesinar al agente fronterizo Brian Terry en 2010. En México, diversas organizaciones criminales fortalecieron su poder de fuego con armas rastreables hasta este operativo fallido. Desde entonces, el tema ha sido punto de fricción entre ambos gobiernos y símbolo de lo que no debe repetirse.
La incautación más reciente: Texas, 15 armas retenidas
Como ejemplo de este nuevo enfoque, Sheinbaum informó que apenas un día antes, el 15 de mayo, autoridades estadounidenses confiscaron 15 armas y varios cargadores en el puerto fronterizo de Del Río, Texas. La operación fue ejecutada por la Oficina de Operaciones de Campo de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Aunque el decomiso puede parecer menor frente al volumen total de armas que cruzan anualmente, tiene valor simbólico: evidencia de una colaboración más proactiva por parte del gobierno estadounidense en el control del tráfico de armamento.
Una prioridad construida desde el primer diálogo
Según Sheinbaum, este nuevo enfoque no es casualidad, sino fruto de negociaciones directas. Desde su primera llamada con el expresidente Donald Trump —cuando ella aún no asumía formalmente la presidencia—, se planteó la urgencia de detener el flujo de armas hacia México como una condición necesaria para cualquier estrategia conjunta de seguridad.
Esta línea de trabajo habría continuado con otras administraciones y, de acuerdo con lo declarado, comienza a dar resultados.
¿Qué implica esta colaboración para México?
Seguridad interna y soberanía
El combate al tráfico de armas tiene una implicación directa sobre la seguridad en México. La mayoría de los grupos delictivos operan con armas adquiridas ilegalmente en Estados Unidos, muchas de ellas de alto calibre, imposibles de comprar legalmente en el país.
Reducir ese flujo es una medida clave para disminuir la violencia, especialmente en zonas afectadas por el crimen organizado como Tamaulipas, Guerrero, Jalisco o el mismo estado de Quintana Roo, donde el turismo convive con una realidad de amenazas armadas.
Diplomacia de seguridad
También marca un nuevo capítulo en la relación bilateral en materia de seguridad. Si antes las acciones parecían unilaterales y descoordinadas —como con el caso Rápido y Furioso—, ahora la narrativa oficial apunta hacia una diplomacia de corresponsabilidad.
Contexto del tráfico de armas en México
- 7 de cada 10 armas ilegales en México provienen de EE.UU., según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
- Se estima que 200 mil armas cruzan cada año de forma ilícita la frontera norte.
- La mayoría entra por puntos de entrada en Texas, Arizona y California, ocultas en vehículos o vía paquetería.
- Las armas incautadas suelen estar destinadas a carteles como el Cártel de Sinaloa, CJNG o Los Zetas, entre otros.
¿Cambio estructural o medida temporal?
El anuncio de Sheinbaum genera expectativas, pero también cuestionamientos. ¿Estamos ante una transformación estructural en la cooperación México-Estados Unidos? ¿O se trata de una medida temporal, posiblemente influenciada por la coyuntura política en ambos países?
La experiencia previa obliga a mantener una postura vigilante. La frontera sigue siendo porosa y los intereses económicos vinculados al tráfico de armas son poderosos. Sin embargo, si el gobierno estadounidense realmente está dispuesto a actuar en origen, y el mexicano a exigirlo con firmeza, podría abrirse un capítulo distinto en la historia de la seguridad regional.