Cuando el PRI era PRI en Quintana Roo, y los acuerdos prevalecían sobre los votos, existía una especie de pacto entre las clases políticas de Chetumal y Cozumel para alternar la gubernatura.
En ese entonces, Cancún apenas estaba en formación y Playa del Carmen era solo un puerto de paso rumbo a la isla.
Durante los primeros 30 años de Quintana Roo como estado libre y soberano, este pacto se cumplió a cabalidad: el primer gobernador fue un chetumaleño (Jesús Martínez Ross), luego vinieron dos cozumeleños (Pedro Joaquín Coldwell y Miguel Borge Martín) y después, nuevamente desde la capital, Mario Villanueva y Joaquín Hendricks (aunque en el caso del exmilitar hubo ya fricciones).
Pero las cosas cambiaron cuando los votos empezaron a pesar más que los acuerdos internos del PRI. La verdadera competencia electoral llegó, no solo al país, sino también a Quintana Roo.
En la etapa de los gobiernos panistas a nivel federal, llegaron los últimos cozumeleños priistas al poder: Félix González Canto y Roberto Borge.
Hendricks, el último chetumaleño

Desde entonces, el último gobernador chetumaleño sigue siendo Joaquín Hendricks (1999-2005). Y no se ve, al menos por ahora, ningún “garbanzo de libra” que devuelva a un othonense al edificio principal de la 22 de Enero.
Un dato curioso: el triunfo del “nugatorio” Carlos Joaquín, primer gobernador de oposición (PAN-PRD), se definió gracias al caudal de votos chetumaleños, que hicieron la diferencia frente al priista Mauricio Góngora.
Dicho sea de paso, los chetumaleños también han perdido espacios en los otros poderes. En la era priista, si el gobernador era cozumeleño, se compensaba con posiciones para los de la capital: la presidencia de la Gran Comisión del Congreso, la del TSJ, la dirigencia estatal del PRI o la Secretaría de Gobierno.
Hoy, esa clase política está prácticamente borrada. Los tres poderes están presididos por cancunenses. Pero, además, en la Secretaría de Gobierno está la exalcaldesa de Playa del Carmen, Cristina Torres; y la dirigencia estatal de Morena está en manos de Johana Acosta, de Felipe Carrillo Puerto. Incluso la presidenta municipal de Othón P. Blanco, Yensunni Martínez, no es chetumaleña: nació en Coatzacoalcos y antes de llegar a la capital residía en Playa del Carmen.
Nostalgia

Pero para los nostálgicos del poder capitalino, hay una luz al final del túnel.
La presidenta municipal de Playa del Carmen, Estefanía Mercado Asencio, ha decidido abrazar la identidad chetumaleña. Está en el sexteto de aspirantes a la gubernatura y apuesta por sacarle rédito a esa raíz. Este lunes desayunó con distinguidos “capitalinos” y no pierde ocasión para mostrarse como la carta de la antigua Payo Obispo en la sucesión adelantada.
El “favorito” Eugenio “Gino” Segura, Rafael Marín, Ana Patricia Peralta y Marybel Villegas son cancunenses; mientras que Diego Castañón juega por Tulum.
Y aunque Estefanía Mercado consolidó su carrera empresarial y política en Playa del Carmen, la nostalgia chetumaleña puede ser una estupenda plataforma y —¿por qué no?— hasta la diferencia en la mesa de los acuerdos y definiciones de la 4T.