
Redacción
MADRID.- La crisis estalló el 12 de junio con la publicación de un extenso informe de la Guardia Civil y fragmentos de grabaciones que confirmaron lo que ya era un secreto a gritos: en el corazón del PSOE operaba una red de corrupción política, financiera y personal con ramificaciones desde 2014 y un crecimiento acelerado desde que Pedro Sánchez llegó al poder en 2018.
El llamado “caso Koldo” involucra directamente a tres operadores claves del sanchismo: José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García, todos parte del círculo más cercano del presidente. Según la investigación, usaron sus cargos para gestionar contratos públicos a cambio de comisiones millonarias, colocar a personas afines (incluidas prostitutas) en plazas del Estado, y repartir los beneficios en efectivo.
Las grabaciones son explícitas. Ábalos admite:
“No tengo un puto duro. Voy con 50 euros toda la puta semana… los estoy estirando que te cagas”, y luego detalla:
“Mi hijo me va dando mil, cuatro mil… me he fundido mucho, solo en alquileres me he gastado un huevo”.
Koldo responde:
“Pero no te gastas 470 mil euros en dos años… no me jodas”.
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La descomposición moral se hace más evidente con frases como:
“El hijo de puta de Santos me ha utilizado durante 15 años… me debe 130 más otros 100”, o la que resume la lógica de poder degradado:
“A ti te gusta más Ariatna, pero la Carlota se enrolla que te cagas”, en alusión a mujeres contratadas como “acompañantes” y colocadas en cargos públicos.
Ferraz en llamas
El epicentro del sismo es Ferraz, la sede nacional del PSOE, donde se respira desconcierto y silencio tenso. Santos Cerdán renunció como secretario de Organización, pero no ha entregado su acta de diputado. Ábalos, exministro y hasta hace poco intocable, está señalado por la UCO como pieza clave en la operación de desvío de recursos.
Dentro del partido, las alarmas se dispararon. “Estado catatónico”, admiten en voz baja. “Esto no es remontable”, repiten otros. Las bases están desconcertadas; los cuadros intermedios, molestos; y los líderes territoriales —especialmente en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía— exigen un viraje inmediato.
El alcalde de León reclama una explicación en el Congreso. El de Mérida pide que Sánchez no se postule a la reelección y convoque un Congreso Extraordinario. Felipe González, desde las sombras, respalda el adelanto electoral. Nadie quiere llegar a 2027 arrastrando el cadáver político del caso.

¿Renovar o resistir?
Pedro Sánchez ha reaccionado con una fórmula mínima: auditoría externa de las finanzas del partido y reestructuración interna. Pero los audios —y su impacto público— superan con creces esa estrategia defensiva. La presión crece para que convoque elecciones anticipadas que eviten un “superdomingo” en 2027, donde el arrastre del escándalo puede liquidar no solo el Gobierno, sino el poder territorial socialista.
Los dirigentes consultados coinciden: cada día sin acción agrava el daño. Algunos incluso temen que Cerdán no entregue su curul, lo que añadiría tensión a un partido ya devastado por la evidencia sonora de su corrupción. “Esto es una tortura, una deflagración lenta”, dijo uno de los sanchistas de siempre.
Con el sanchismo herido de muerte, el dilema ya no es solo político. Es existencial: ¿salvar lo que queda del PSOE o resistir en ruinas dos años más? Las voces que antes eran críticas aisladas hoy marcan el pulso general del partido. El tiempo corre. Y los audios no dejan de sonar.