
“¿Cómo dar lo que no se tiene?” La frase resume el dilema que enfrenta hoy Chihuahua. A punto de incumplir un tratado internacional, el estado más seco de México enfrenta una presión histórica: entregar agua a Estados Unidos, cuando apenas tiene para sobrevivir.
Chihuahua en sequía extrema: un límite físico y político
La gobernadora María Eugenia Campos Galván fue clara: es imposible cumplir con el Tratado de Aguas de 1944 mientras Chihuahua se ahoga en la sequía. Con esta declaración, la mandataria panista enciende una discusión que ya escala niveles diplomáticos y evidencia una crisis hídrica sin precedentes.
¿Qué dice el Tratado de 1944?
El Tratado Internacional de Aguas de 1944 establece que México debe entregar a Estados Unidos 2 mil 158.6 millones de metros cúbicos de agua cada cinco años, extraídos principalmente de afluentes mexicanos que alimentan el río Bravo. De ese volumen, el río Conchos —ubicado en Chihuahua— debe aportar más de 1,167 millones.
Sin embargo, al cierre de marzo de 2025, solo se han entregado 602.8 millones, lo que significa un adeudo de 1,555 millones de metros cúbicos. Y el reloj avanza: el ciclo quinquenal termina el 24 de octubre.
Chihuahua, el único estado en sequía extrema
La situación es crítica: Chihuahua es el único estado del país en sequía extrema, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Campos Galván no solo defiende la postura estatal, sino que la enmarca en un principio jurídico y humano: “Nadie está obligado a lo imposible”.
Este argumento se vuelve clave en el discurso político: ¿puede México comprometerse internacionalmente a entregar recursos que hoy escasean a niveles alarmantes?
El dilema entre la diplomacia y la supervivencia
Campos Galván: mensaje local con eco internacional
“Estamos platicando con el gobierno federal y lo haremos con el gobierno de Estados Unidos”, aseguró Campos Galván. Su mensaje, sin embargo, resuena en un contexto de conflicto territorial, agrícola y social. En Chihuahua, los agricultores son los primeros en resentir la falta de agua, y muchos han protagonizado protestas en años anteriores cuando se ha intentado abrir presas para cumplir con el tratado.
¿Qué implica no pagar?
El incumplimiento del tratado podría tener consecuencias diplomáticas para México. No es la primera vez que se acerca la fecha límite con una deuda considerable, pero sí es una de las ocasiones donde el margen de maniobra es más estrecho: menos agua disponible, más presión internacional y menor capacidad institucional para gestionar el conflicto.
Además, el contexto político estadounidense también influye: Donald Trump ha retomado el reclamo del adeudo de agua, lo cual podría escalar el tema en la agenda bilateral, sobre todo en un año electoral para Estados Unidos.
Conflicto hídrico: más que agua, es geopolítica
Agricultura, soberanía y crisis climática
La disputa por el agua ya no solo es legal ni política: es territorial. Los agricultores del norte mexicano han acusado al gobierno federal de ceder a presiones internacionales, mientras sus cultivos mueren. La falta de lluvia, el uso ineficiente del recurso y el cambio climático han provocado que presas como La Boquilla, Las Vírgenes y El Granero estén en niveles mínimos.
Esto plantea una pregunta urgente: ¿cómo reorganizar un modelo hídrico nacional que no contempla la escasez como norma?
El agua como recurso estratégico
En un contexto de emergencia climática, el agua se convierte en un bien estratégico, no solo ambiental, sino político y económico. Cumplir tratados como el de 1944 hoy implica decisiones difíciles sobre soberanía, cooperación y sostenibilidad. La postura de Campos Galván podría marcar un precedente: ¿y si México reconfigura sus compromisos internacionales a partir de su nueva realidad climática?
El precedente de 2020: una lección no aprendida
Cuando Chihuahua se levantó
En septiembre de 2020, el conflicto por el agua escaló a niveles de confrontación. Agricultores tomaron la presa La Boquilla para evitar que se abriera y enviara agua a Estados Unidos. Hubo choques con la Guardia Nacional, un fallecimiento y una fractura institucional que aún pesa sobre la confianza en las autoridades.
Ese episodio, aún fresco en la memoria colectiva, condiciona la respuesta de hoy. El discurso de Campos Galván no solo busca respaldo ciudadano, también intenta prevenir una nueva ola de protestas.
¿Y ahora qué? Posibles salidas ante el incumplimiento
Alternativas en la mesa
- Revisar el tratado: Aunque difícil, algunos especialistas proponen reabrir negociaciones para actualizar términos frente a la crisis climática.
- Gestión cooperativa: Crear mecanismos bilaterales para intercambiar información, medir disponibilidad real y compartir impactos.
- Infraestructura urgente: Inversión en modernización de canales, riego y tratamiento de aguas para optimizar cada metro cúbico.
- Blindaje legal: Argumentar jurídicamente la imposibilidad de cumplimiento ante instancias internacionales.
La postura federal: ¿aliado o adversario?
Aunque la gobernadora afirma tener diálogo con el gobierno federal, no está claro si existe una estrategia conjunta. El conflicto entre poderes y partidos —PAN en Chihuahua, Morena en el Ejecutivo— podría entorpecer una solución integral, dejando la puerta abierta a improvisaciones y decisiones de última hora.
Una deuda que rebasa lo legal
La advertencia de María Eugenia Campos Galván pone en el centro una verdad incómoda: el agua ya no alcanza para cumplir promesas del pasado. Chihuahua enfrenta una elección difícil: proteger a su gente o acatar un tratado que hoy parece insostenible.
El conflicto del agua con Estados Unidos no es solo un tema fronterizo; es un espejo del futuro mexicano si no se transforma el modelo hídrico. Más que una crisis, es un llamado urgente a repensar cómo gestionamos un recurso que, cada vez más, escasea… y divide.