El 31 de julio de 2025, la Casa Blanca anunció un proyecto monumental: la construcción de un nuevo salón de baile de 200 millones de dólares. Este ambicioso plan, impulsado por el presidente Donald Trump, redefine la «Casa del Pueblo» y promete ser un sello distintivo de su administración antes de que su mandato concluya a principios de 2029.
Un ambicioso proyecto de 200 millones de dólares
La Casa Blanca confirmó el inicio de la construcción de un vasto salón de baile en septiembre. Este proyecto de 200 millones de dólares, financiado por el presidente Trump y «otros donantes» no identificados, representa la primera modificación estructural en la Mansión Ejecutiva desde la adición del balcón Truman en 1948.
El nuevo salón de baile, de 90,000 pies cuadrados, se ubicará en el Ala Este y tendrá capacidad para 650 personas. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, detalló que las oficinas actuales en el Ala Este, incluida la de la primera dama, serán reubicadas temporalmente mientras se moderniza y renueva esa sección del edificio. Leavitt aseguró que «no se derribará nada» y que el nuevo espacio «estará cerca, pero sin tocarlo, y respeta totalmente el edificio existente».
La visión presidencial y el contexto histórico
El presidente Trump ha prometido la construcción de este salón de baile durante meses, argumentando la necesidad de un espacio lo suficientemente grande para grandes eventos. Ha manifestado su descontento con la práctica de administraciones anteriores de recibir a jefes de estado e invitados en tiendas de campaña erigidas en el césped para cenas de estado con cientos de asistentes. Actualmente, la Sala Este, el salón más grande de la Casa Blanca, solo puede albergar a unas 200 personas.
Trump, cuya carrera inicial se forjó en el sector inmobiliario y de la construcción, ha afirmado que la planificación de este proyecto ha estado en curso por algún tiempo. «Llevan más de 150 años queriendo un salón de baile en la Casa Blanca, pero nunca ha habido un presidente que fuera bueno en los salones de baile», declaró Trump a la prensa. «Soy bueno construyendo cosas y vamos a construir rápido y a tiempo. Será hermoso, de primera, de primera calidad». El mandatario ve el proyecto como un «gran proyecto para dejar un legado» que servirá a futuras administraciones, expresando su profundo afecto por la residencia: «Es mi favorito. Es mi lugar favorito. Me encanta».
El financiamiento y los actores clave
La financiación de los aproximadamente 200 millones de dólares para la construcción provendrá de los compromisos del presidente Trump y de otros donantes, aunque la secretaria de prensa Leavitt no detalló quiénes son estos últimos. La jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, subrayó el compromiso del presidente y su equipo con la preservación de la «historia especial» de la mansión. «El presidente Trump es un constructor de corazón y tiene un ojo extraordinario para los detalles», afirmó Wiles en un comunicado.
El equipo a cargo de esta monumental obra incluye a McCrery Architects, con sede en Washington, como arquitecto principal. La dirección del equipo de construcción recaerá en Clark Construction, mientras que la ingeniería estará a cargo de AECOM. En el sitio web oficial de la Casa Blanca se han publicado imágenes que ofrecen una visión de cómo lucirá el futuro salón de baile.
Más allá del salón: Otras remodelaciones y planes futuros
Desde que asumió el cargo en enero, el presidente Trump ha introducido una serie de cambios en la Casa Blanca. El Despacho Oval ha sido objeto de una sustancial redecoración, con la adición de adornos dorados y querubines, así como nuevos retratos presidenciales. Además, se han instalado enormes astas en los jardines norte y sur para ondear la bandera estadounidense. Actualmente, se ultiman las obras para reemplazar el césped del Jardín de Rosas con piedra, en otra manifestación de su visión arquitectónica para la residencia presidencial.
En una entrevista con NBC News, Trump reveló otro proyecto en mente: la intención de reemplazar lo que calificó como un baño «terriblemente remodelado» en el famoso Dormitorio Lincoln por uno con un estilo más acorde al siglo XIX.
Esta serie de transformaciones, impulsadas por la visión personal del presidente Trump, plantea interrogantes sobre el equilibrio entre la modernización y la preservación del patrimonio histórico de la nación. ¿Cómo juzgarán las futuras generaciones el impacto de estas ambiciosas renovaciones en el símbolo de la democracia estadounidense?