
El colapso de un árbitro en Kansas City, bajo un calor cercano a 40 grados, encendió las alarmas. Este incidente, junto a las condiciones climáticas extremas del Mundial de Clubes, presagia los desafíos del Mundial 2026. La expansión del torneo plantea serios interrogantes sobre la primacía del negocio de la FIFA frente a los riesgos climáticos y la salud de los futbolistas.
Alerta climática: Un Mundial de riesgo extremo
Las advertencias sobre las condiciones climáticas adversas que rodearán la Copa del Mundo de la FIFA en 2026 son contundentes. Especialistas han señalado que durante el torneo se pueden alcanzar temperaturas de hasta 41 grados centígrados. Un precedente inquietante ocurrió en la Copa América organizada por Estados Unidos el año pasado, cuando el árbitro asistente Humberto Panjoj se desplomó en el primer tiempo de un partido en Kansas City, con un índice de calor cercano a 40 grados. Estas condiciones, junto a las experimentadas en el Mundial de Clubes con probabilidades de tormenta eléctrica y pausas para hidratación, han alertado a jugadores, entrenadores y al sindicato global de profesionales del fútbol.
Según un informe de la organización inglesa Scientists for Global Responsability, las fechas del torneo de selecciones, del 11 de junio al 19 de julio, coinciden con la principal temporada de huracanes, picos de incendios forestales y episodios de calor extremo, fenómenos que se han vuelto cada vez más frecuentes. Además, la expansión sin precedentes a 48 equipos y 104 encuentros, frente a los 64 habituales, implicará un aumento drástico en la cantidad de viajes, uso de infraestructura y recursos energéticos. Esto convertirá a la edición de 2026 en la más contaminante de la historia, con emisiones totales proyectadas de 9.02 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e), casi el doble del promedio atribuible a la Copa.
FIFPro alza la voz: Críticas a la gestión de Gianni Infantino
La Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) no solo advierte sobre la saturación del calendario, sino que denuncia una forma de actuar unilateral y autoritaria, basada únicamente en la rentabilidad económica de la FIFA. Sergio Marchi, presidente del sindicato, ha señalado esta situación de manera vehemente.
En un documento crítico titulado “El hombre que se cree Dios”, en referencia a Gianni Infantino, máximo jerarca del fútbol mundial, la asociación liderada por Marchi destaca que seis de las 16 ciudades sede del Mundial representan un riesgo extremadamente alto para padecimientos de estrés térmico en los jugadores. Según el índice WBGT (Wet Bulb Globe Temperature), la evaluación integral de riesgos de emergencia climática sostiene que los estadios de las siguientes ciudades deben gestionar el estrés térmico, ya que las temperaturas pueden alcanzar hasta 41 grados centígrados durante algunos encuentros:
- Dallas
- Houston
- Kansas City
- Los Ángeles
- Nueva York y Nueva Jersey
- Monterrey
La percepción de sumisión de los futbolistas es compartida. Según Fernando Signorini, ex preparador físico de Diego Armando Maradona en los Mundiales de 1986, 1990 y 1994, “los jugadores aceptan todo, porque los han transformado en ovejas millonarias que forman parte del mismo rebaño”. Signorini añade una perspectiva sombría: “El poder les dice cállense y jueguen, todo por plata (dinero). Infantino es un muñeco más, porque por arriba de él hay otro tipo de poderes y el mismo Donald Trump”.
Hidratación: ¿Salud o publicidad?
Con el aumento de temperaturas a escala global, la FIFA extendió durante el Mundial de Clubes las pausas de hidratación por encuentro —minutos 15, 30, 60 y 75— en respuesta a la preocupación expresada por jugadores y FIFPro. Sin embargo, esta medida también se convirtió en una oportunidad publicitaria. Anuncios proyectados en pantallas gigantes mostraban a una marca de bebida energizante auspiciando el llamado de los árbitros para que los equipos se refrescaran.
Marchi, presidente de FIFPro desde noviembre de 2024, cuestiona la efectividad y el trasfondo de estas pausas: “La hidratación se tomó a partir de temperaturas de 32 grados, lo cual me parece un disparate. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué suceda algo más grave?”. El dirigente de FIFPro es claro en su crítica a Infantino: “Infantino es un autócrata, un tipo que decide las cosas por sí solo, sin consultar a nadie. El fútbol es una fiesta inventada por los jugadores, no es negocio creado por él. No puede mirar solamente hacia un sector”. Marchi subraya la disonancia entre los objetivos económicos de la FIFA y la realidad de los futbolistas: “La FIFA dice que espera vender 6.5 millones de boletos para el Mundial, pero me parece que alguna voz se tiene que alzar. Todos sabemos que esto está mal, que no se respeta el descanso del futbolista ni los derechos sociales. Hay millones que no perciben su salario, que son víctimas de abusos, de violencias físicas, sicológicas y económicas mientras la FIFA factura más de 2 mil millones de dólares por torneo; no todo es negocio”.
Consecuencias directas en el rendimiento y la salud
Además del calor, las condiciones climáticas adversas incluyen el riesgo de tormentas. Los protocolos de seguridad en Estados Unidos obligan a suspender los actos deportivos al aire libre durante al menos 30 minutos cuando se avizoran truenos en un radio de 13 kilómetros. Si en ese lapso se aproxima una nueva tormenta, la cuenta regresiva se reinicia, haciendo impredecible el momento de reanudación de los partidos. En el Mundial de Clubes, los retrasos por activación de este protocolo en seis encuentros sumaron 8 horas y 29 minutos. Un caso notorio fue el del partido Benfica-Chelsea en el estadio Bank of América, en Charlotte, que se reanudó dos horas después de su suspensión, a solo cinco minutos del final.
Claudio Suárez, ex defensor central y el jugador que más veces ha vestido la camiseta de la selección mexicana (178 en total), afirma que “es complicado jugar con tanto calor, pero en un Mundial los futbolistas tienen que aprovechar todas las condiciones”. Sobre la participación de México, Suárez señala: “No sé si a México le alcance para estar en los primeros lugares, pero tiene que superar lo que hizo en 1986, cuando muchos se quejaron de la contaminación”. La FIFA ha anunciado que el Tricolor tendrá su lugar de concentración principal en el Centro de Alto Rendimiento de la Federación Mexicana de Fútbol, además de los complejos de Verde Valle y El Barrial en Guadalajara y Monterrey, respectivamente. La inauguración del Mundial de 2026 será en el estadio Azteca, ratificó Sheinbaum.
Los doctores Jesús Felipe González y Carlos Suárez Ahedo, ambos especializados en medicina del deporte, coinciden en los graves riesgos de jugar bajo condiciones sofocantes. Estas situaciones suelen derivar en fatigas musculares, mareos, pérdida del conocimiento y golpes de calor, como el que sufrió en Nueva Jersey el capitán del Chelsea, Enzo Fernández, en la semifinal ante el Fluminense. El doctor González explica: “Un jugador expuesto a esas condiciones puede perder entre 3 y 4 kilogramos por partido, además de sufrir cuadros de hipertermia por el aumento significativo de la temperatura corporal”.
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La paradoja de la FIFA: Doble rasero climático
A excepción de 2022, cuando la FIFA trasladó el torneo a noviembre-diciembre para evitar el caluroso verano en Qatar, la federación se ha mantenido fiel a su calendario tradicional de junio-julio para la Copa de 2026. Ezequiel Fernández Moores, periodista y escritor argentino, recuerda cómo “en Qatar, ante todas las críticas que había, porque hacían trabajar a los obreros a cualquier hora bajo el sol, se cambiaron leyes como medida de respuesta”. El país, añade, “se convirtió casi en un pionero de derechos laborales en la zona del golfo Pérsico, que es un territorio superexplotador de los migrantes”. En contraste, Fernández Moores lamenta que “en Estados Unidos no se hizo un gran debate por el calor, no se dijo nada”.
La experiencia de los asistentes al Mundial de Clubes corrobora estas preocupaciones, con camisetas empapadas de sudor y asientos abandonados en los sectores de más temperatura. Esta situación no difiere de lo que jugadores y directores técnicos expusieron en conferencias de prensa. Álvaro Nanton, presente en diferentes estadios del torneo como *freelance*, asevera: “Esto afecta al fútbol y al entretenimiento. Muchos partidos se jugaron con temperaturas superiores a 32 grados y una sensación de 38 o 39 por la humedad. Es peligroso y no se sabe muy bien cómo la FIFA podrá solucionarlo”.
La inminente Copa del Mundo de 2026, si bien promete ser la más grande en la historia del fútbol, se cierne sobre un dilema ético y de sostenibilidad. ¿Podrá el deporte más popular del mundo, bajo el amparo de su máxima autoridad, seguir ignorando los imperativos de la salud de sus protagonistas y la crisis climática en pos de la rentabilidad, o se verá forzada a un cambio de paradigma? El tiempo, y el termómetro, lo dirán.