Miles de manifestantes en más de 400 ciudades de Estados Unidos se movilizaron una vez más en una serie de Protestas contra políticas de Trump, marcando una continuación de la resistencia ciudadana y académica frente a decisiones gubernamentales polémicas. La consigna «Rage against the regime» (Rabia contra el régimen) unificó las diversas expresiones de rechazo.
Una ola nacional de rechazo
El 03 de agosto de 2025, concentraciones masivas se registraron en 463 ciudades a lo largo y ancho del territorio estadounidense. Organizadores reportaron una extensa red de manifestaciones en localidades de California, Oregon, Colorado, Oklahoma, Wisconsin, Iowa, Kansas, Tenesí, Georgia, Nuevo Hampshire y Florida, entre otros estados. Estas movilizaciones denunciaron desde las medidas antimigrantes y los recortes a programas de asistencia social, hasta las políticas antiambientales y las represiones a disidentes. Asimismo, se expresó el repudio a la complicidad del gobierno estadounidense con el régimen israelí en el genocidio en Gaza. Las imágenes capturaron vibrantes concentraciones en Houston y Washington.
La voz de las calles
Las pancartas y consignas resonaron con mensajes claros y contundentes. En Oklahoma City, una manta proclamaba: «Despierten, el gobierno es corrupto». La demanda «Saquen a ICE (la migra) de nuestras comunidades» se repetía, acompañada de «Ningún ser humano es ilegal». En Topeka, Kansas, otro cartel sentenciaba: «No reyes, no fascistas, no nazis, no tirando, no mentirosos, no Trump«. Los manifestantes en Denver coreaban con fuerza: «No al odio, no al temor, los inmigrantes son bienvenidos aquí».
Origen y magnitud del movimiento
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Estas acciones fueron convocadas por la red 50501, una iniciativa descentralizada que se define como «50 protestas, 50 estados, un movimiento». Esta red forma parte de un conjunto más amplio de organizaciones que han impulsado actividades de movilización. Desde principios de febrero, estas iniciativas han logrado congregar a millones de personas en más de ocho días de acción nacional, en respuesta a lo que califican como medidas antidemocráticas e ilegales del gobierno de Trump y sus aliados plutócratas. Previamente, en junio, cientos de miles participaron en más de 2 mil ciudades y pueblos bajo el lema «No queremos reyes», seguido por protestas en más de mil 600 ciudades en julio. Aparte de estos días de acción nacional, se registran diariamente manifestaciones a nivel local, impulsadas por organizaciones de defensa de derechos y libertades civiles, grupos de inmigrantes, y diversas expresiones individuales de artistas, músicos e intelectuales.
La resistencia desde el ámbito académico
Las expresiones de repudio y resistencia se extendieron también a centros académicos. El historiador y profesor recién jubilado Rashid Khalidi, heredero académico del intelectual palestino-estadunidense Edward Said, anunció mediante una carta abierta la cancelación de su clase para el próximo semestre en la Universidad de Columbia. Su decisión se fundamenta en la acusación de que la institución, donde trabajó más de 20 años, se ha rendido ante el gobierno de Trump.
Columbia: de la libertad al temor
Khalidi denunció que la Universidad de Columbia aceptó un acuerdo con el gobierno de Trump que implica un pago de 200 millones de dólares y permite la supervisión de su programa de estudios sobre Medio Oriente. Esta medida se percibe como una cesión a las demandas gubernamentales para ejercer mayor control sobre esta y otras universidades. El académico concluyó su carta señalando que esta capitulación ha transformado a Columbia, antes un sitio de libre investigación y aprendizaje, en «una sombra de lo que fue, en una anti-universidad, un lugar de temor y aversión, donde la facultad y los estudiantes son instruidos desde las alturas qué pueden decir y enseñar, bajo pena de sanciones severas».
Un frente amplio de oposición
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Las críticas y condenas de profesores, investigadores y administradores universitarios, incluyendo algunas de las instituciones de mayor prestigio como Columbia, se suman a las de científicos, abogados y otros profesionistas. Sus propias instituciones y asociaciones también se encuentran bajo el asedio del gobierno. Muchos de ellos han salido por primera vez a las calles para unirse a las protestas, junto a inmigrantes, maestros, enfermeras y activistas antiguerra, consolidando un frente amplio de oposición a las políticas de la actual administración.
La persistencia de estas manifestaciones y la creciente suma de voces disidentes, tanto en las calles como en las instituciones, demuestran la profundidad del descontento y la determinación de una sociedad civil activa. ¿Hasta dónde escalará esta ola de resistencia frente a las políticas del gobierno de Donald Trump?
