El desprecio de la nueva casta política a los fundadores mayas de Quintana Roo

Por Gilberto Avilez

En estos días de celebraciones y recuerdos de la efeméride más importante para Quintana Roo, que es el inicio de la Guerra de Castas, hay de celebraciones a…vulgares y chabacanas celebraciones.

Recordemos que el inicio de la Guerra de Castas –que se dio entre el 26 de julio y el 30 de julio de 1847- marcaría el camino para el establecimiento de un territorio, el territorio de los mayas cruzoob contrarios y en guerra frontal al mundo yucateco, y cuya territorialidad, que ocupaba casi tres cuartas partes de lo que hoy es el actual estado de Quintana Roo, fue con lo que en 1902 el gobierno porfiriano se valió en sus coordenadas para crear el viejo Territorio de Quintana Roo que en 1974 se constituiría como estado libre y soberano.

Es decir, estos cinco días que van desde el cruento asesinato de Manuel Antonio Ay en Santa Anna en Valladolid el 26 de julio, hasta el grito de guerra a muerte contra el mundo colonial proferido por Cecilio Chi en Tepich la noche del 30 de julio de 1847, son las fechas más significativas para Quintana Roo, más incluso que el 24 de noviembre de 1902 cuando el dictador Díaz creara el Territorio; y más importante que el 8 de octubre de 1974, cuando el sistema priísta creara el Estado de Quintana Roo y subsumiera y comenzara por terminar el resto de autonomía maya que aún quedaba.

Es decir, estos cinco días finales de julio deberían ser de momentos de celebraciones y conmemoraciones con toda la gala, la parafernalia y la importancia histórica y política debida, porque estos días del inicio de la Guerra de Castas marcan el inicio propio del estado de Quintana Roo, pues sin Guerra de Castas tal vez Quintana Roo no hubiera existido, sería una parte selvática y turística más bajo la férula de Mérida y los intereses meridanos.

Pero actualmente, hay estado libre y soberano, y este año fue para reírse, desternillados de risa, por la forma tan procaz, vulgar, fútil y pueblerina como el gobierno de Felipe Carrillo Puerto y el de Quintana Roo, tomó la efeméride. Y esta celebración oficial, contrasta con la celebración ponderada, académica y seria que un grupo de jóvenes, ciudadanos y ejidatarios de Tihosuco, desde el nuevo Museo Comunitario de ese lugar –no confundirlo con el adefesio del Museo de la No-Guerra de Castas de ahora- están llevando a cabo, en actos paraleros pero que jamás se unirán, con la celebración chabacana que realiza el gobierno municipal y estatal en Tihosuco. En efecto, en el marco del 178 aniversario del inicio de la Guerra de Castas, la comitiva ciudadana que integra el Museo Comunitario de Tihosuco: “La huella de nuestros ancestros – U Xíimbal ik ch’i’ibalo’on”, lleva a cabo desde el día 26 una serie de ponencias históricas y antropológicas sobre la región, sobre la Guerra de Castas, sobre los paisajes geográficos, la historia de Tihosuco a lo largo del siglo XIX, la cultura y lengua maya, el análisis de los fuertes como el fuerte Carolina de la guerra de castas, así como presentaciones de libro y visitas guiadas a haciendas de la región. En esas actividades académicas e históricas, participan investigadores peninsulares y extranjeros, una celebración como se debe, sin escatimar la importancia debida a la efeméride. Esta es la respuesta que realiza la comunidad de Tihosuco ante el olvido y la deformación que le hicieron al Museo de la Guerra de Castas de Tihosuco y el olvido y la folklorización y el vaciamiento histórico que desde los órganos culturales y oficiales del poder en este estado, se realiza al significado de la Guerra de Castas; la respuesta fue crear su propio Museo Comunitario del Pueblo.

Frente a esta celebración digna de su nombre, se encuentra la celebración oficialera aupado por el gobierno municipal de la frívola señora Mary Hernández y el gobierno estatal y sus INMAYAS  y Mayakanidades-Xcaretizidades incluido, así como un ICA cuestionado por el asunto de la desaparición y “no desaparición” del cráneo del General Bernadino Cen: entre la jarana barata de pueblo, los bailes caribeños sin mulatos al estilo Xcaret para pobres, y un craso olvido y difuminación de la Guerra de Castas que no lo salva ni teatritos étnicos siguiendo el esquema romantiquero de las supuestas conjuras de Xinum.

Es decir, el desgobierno de Mary Hernández hace de la guerra de castas, una especie de vaquería de pueblo con palo y cochino encebado y bailables caribeños. Salvo dos que tres actuaciones que se sostienen en solitario, no hay nada digno de interés, es una forma tan chabacana y desangelada de conmemorar esta efeméride tan importante, pues hay que decir que la Guerra de Castas fue la simiente para la creación del Territorio y del actual estado de Quintana Roo. Y sigue la forma tan burda de olvidar la historia: ¿la Guerra de Castas en Yucatán se reduce a Tihosuco?, ¿y Chan Santa Cruz, y los pueblos cruzoob descendientes directos de los mayas rebeldes, donde quedan? Y hay que decir de nuevo: no en Tihosuco inició propiamente la Guerra de Castas, fue en Tepich que en la noche del 30 de julio de 1847 los hombres de Cecilio Chi iniciarían la lucha de liberación indígena de más larga duración. Pero esto, a la xcaretizada presidenta de Carrillo, poco le importa.

Esto, más que un síntoma, es una política pública del gobierno de la 4T caribeña ante todo lo que signifique la cultura maya y la lucha reivindicatoria de ayer y de hoy del pueblo maya: reducirlo todo a un asunto de conflicto ejidal donde el folklore y la “jaranería” chillona de alpargatas salen a flote. Ya no existe ni el empacho de los gobiernos regionales de Quintana Roo en demostrar su racismo velado por lo que significa un asunto tan importante como lo es la Guerra de Castas para el estado. Demuestran un salto al abismo de la ignorancia por la historia de Quintana Roo, y es esta clase advenediza del centro del país que no olvidan su estela chilanga y que no salen de sus reductos urbanos los que quieren gobernar a Quintana Roo, desconociendo flagrantemente la historia indígena del estado. Creo que se nos hace forzoso confeccionar, a esta nueva nomenclatura política cuatrotezca, una historia mínima de la Guerra de Castas para Dummies políticos de Quintana Roo.

La Guerra de Castas es, para Quintana Roo, mucho más importante que el 8 de octubre o el 24 de noviembre. Como consecuencia de su lucha de liberación, los mayas de Chan Santa Cruz cincelaron un perímetro autonómico donde tuvieron un gobierno propio y una sociedad autónoma en todos los sentidos. Hay que decir, de una buena vez por todas, que sin Guerra de Castas no habría el municipio de Felipe Carrillo Puerto para que lo gobierne una señora ignorante de la historia de los mayas de Quintana Roo. Que sin Guerra de Castas no habría Cozumel y su oligarquía, donde se fueron a refugiar los blancos pobres de Yucatán cuando el conflicto arrasaba pueblos sobre pueblos. Y sin Guerra de Castas no existiría la vulgar aristocracia de la hamaca chetumaleña porque Payo Obispo fue creado en la lógica de la reducción final a los mayas sublevados.

La Guerra de Castas vista como una reserva india

Lo de este año es una celebración folklórica, pero hay algo que podemos destacar y que nos hace conjeturar lo siguiente: en la inauguración del día sábado 26 de julio, en el presídium en Tihosuco solo estaban autoridades mayas, incluido el diputado local Chema Chacón y la presidenta municipal Mary Hernández. La conjetura es la siguiente: sin presidentes del Congreso local, sin el Senador o la Senadora emperifollada, sin el gobierno local, la blanquitud del poder político en el estado no se presentó a la inauguración en Tihosuco, y tal parece que ven a esto de la Guerra de Castas como si se tratara de un asunto solamente de “indios en reserva”, justo como en Estados Unidos se ve todo lo que tenga que ver con pueblos indígenas: una reserva indígena la de Tihosuco, la Guerra de Castas reducida a una Reserva india ejidal, y solo falta que la 4T caribeña les otorguen en concesión una gasolinera en Tihosuco, que buena falta hace, dirá sin empacho un indigenista de Chetumal o de Cancún.

La Guerra de Castas es un palo y un cochino encebado

¿Y cómo piensan los gobiernos de la 4T caribeña que fue el inicio de la Guerra de Castas?

Pues, te diré: dicen que todo inició cuando el cacique de Chichimilá, Manuel Antonio Ay, que estaba malito de sus piernas por las “reúmas” tan tempraneras, no pudo capturar un cochino encebado y por eso lo ejecutó un 26 de julio de 1847 el coronel Eulogio Rosado, que se moría por comer en cochinita a ese cochino el domingo siguiente. Eso lo asientan y lo reafirman cronistas e intelectuales de estos parajes palustres.

Y dicen que el 30 de julio de 1847, un tal Cecilio Chi logró llegar hasta la punta de un palo encebado y profirió ahí, en esa punta, el inicio de la Guerra de Castas. Eso cuentan los escribanos y asesores “historiadores” de estos gobiernos cuatrotezcos en QRoo.

Así que, en el Quintana Roo de la cuatrotezca, la Guerra de Castas, reductio ad absurdum, es un palo y un cochino encebado.

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