La saga que revitalizó el terror comercial en 2013 llega a su fin. El conjuro 4: Últimos ritos marca el regreso de Ed y Lorraine Warren, pero la crítica especializada, como la de Miguel Calabria, cuestiona si queda algo por contar o si el hechizo se ha agotado. El drama familiar es más fuerte que el caso Smurl, que debía ser el centro de la narrativa.
La fatiga de una franquicia y el desequilibrio narrativo
Desde el estreno de El conjuro (The Conjuring) en 2013, la franquicia introdujo personajes entrañables y una puesta en escena elegante que rescató el terror clásico. Las dos primeras entregas se mantienen como «piezas de colección» gracias a sus historias sólidas, atmósferas logradas y al pulso narrativo. Sin embargo, el desgaste comenzó a notarse con la tercera entrega, El conjuro: El diablo me obligó a hacerlo (The Conjuring: The Devil Made Me Do It, 2021).
Michael Chaves, quien sustituyó a James Wan en la silla de dirección, manejó la maquinaria pero sin innovar. El terror, basado más en jumpscares predecibles, convivió con un drama de pareja que intentaba darle profundidad a la saga.
Con El conjuro: Últimos ritos (The Conjuring: Last Rites, 2025), la duda es inevitable. La película fue concebida con Ed y Lorraine Warren volviendo de su retiro para intentar ayudar a su hija, Judy, en la lucha contra un demonio que esperaba su alma desde antes de su nacimiento. No obstante, la crítica apunta a que la trama se siente larga y sin rumbo, titubeando entre varios focos que compiten por la atención:
- La salud de Ed.
- El envejecimiento de los Warren.
- La historia de Judy y Tony.
Este desequilibrio obliga a saltar de una trama a otra sin un hilo conductor firme, provocando que el caso paranormal, que debería ser el centro, se pierda en el fondo, según el análisis publicado el viernes 21 de noviembre de 2025.
Michael Chaves versus la maestría de James Wan
La saga siempre funcionó como un relato de caso: familia vulnerable, casa infestada y los Warren enfrentando lo inexplicable. Este esquema clásico y efectivo se apoyaba en la dirección de Wan, quien construía la tensión mediante planos largos y un manejo preciso de la cámara.
Chaves intenta replicar este estilo, pero su dirección se percibe fragmentada, con una edición que «asfixia la atmósfera». En un indicio del ritmo de la película, el crítico Miguel Calabria señala que el primer susto real aparece casi a los 40 minutos de metraje.
A pesar de los fallos de guion y dirección, lo que sostiene la película es el trabajo actoral de Patrick Wilson y Vera Farmiga. Su química dignifica incluso los guiones más flojos. La fragilidad de Ed y la fortaleza de Lorraine resultan, de hecho, más interesantes que el caso paranormal central para el espectador.
¿Un intento forzado de relevo generacional?
La subtrama de Judy y Tony busca renovar la saga con un relevo generacional. Aunque Mia Tomlinson y Ben Hardy logran química, la historia se siente torpe en su desarrollo, percibida como un intento prematuro de abrir un spin-off no solicitado.
Al final de la proyección, queda un sabor amargo. La cinta no es un desastre, pero confirma un problema inquietante: la saga ya no sabe qué quiere ser, perdiendo el rumbo entre el relato de casos, el drama familiar y la expansión generacional, lo que implica que el hechizo comienza a romperse.
Las dos escenas postcréditos que dan cierre al legado de los Warren
Mientras la cinta principal presenta el cierre de círculo del viaje de Ed y Lorraine Warren, retirándose finalmente de su vida como investigadores activos tras enfrentar al demonio que habitó la casa de los Smurl, El conjuro 4: Últimos ritos promete un par de sorpresas en sus minutos finales. Iván Bruno Monroy confirmó el 21 de noviembre de 2025 que la película sí tiene dos escenas postcréditos, y es obligatorio esperar hasta el último minuto de la proyección.
La verdad detrás del matrimonio Warren
La primera escena es un montaje intermedio que funciona como un emotivo epílogo, detallando cómo terminó la historia de Ed y Lorraine Warren en la vida real. Tras finalizar su labor activa y continuar enseñando sus conocimientos, Judy formó una familia y el fin de su legado pareció llegar.
- El montaje incluye fotografías y grabaciones reales de Ed y Lorraine, haciendo honor a su trabajo.
- En breves textos se explica que la pareja continuó asistiendo a víctimas del inframundo a través de llamadas y publicaron un libro.
- El deceso de Ed Warren ocurrió en 2006, a causa de un derrame cerebral, cinco años después de sufrir un accidente.
- Lorraine murió a causa de su edad en 2019, a los 92 años, perdiendo la vida mientras dormía.
El espejo que dio nombre a la saga
La segunda escena es aquel breve pero icónico momento que da un carpetazo final a la historia de ambos investigadores y su legado en el cine. Al final de todos los créditos, aparece una foto del verdadero espejo que recolectaron los Warren tras el término del caso Smurl.
Este artefacto se llamó «el espejo de los conjuros», y se reveló que Ed y Lorraine lo ocuparon posteriormente para hacer sesiones espiritistas y ayudar a reflejar las energías del inframundo. El espejo no solo fungió como parte fundamental en su legado, sino que también cobró sentido al emblema de la saga. James Wan, ahora productor de El conjuro 4, afirmó en un evento promocional (vía Bloody Disgusting) que escogió terminar la historia con el caso Smurl gracias a la mítica introducción que este tuvo en muchos amantes del terror, incluido él.
Wan detalló que fue la telenovela The Haunted, estrenada a principios de los años 90 y protagonizada por Sally Kirkland, la que le presentó a Ed y Lorraine Warren. Para él, volver y usar el caso Smurl para el final se sintió «como cerrar el círculo» y una elección apropiada para la última película.










