El complejo tablero de la cumbre Trump-Putin en Alaska y el futuro de Ucrania

Analizamos la cumbre Trump-Putin en Alaska: las bajas expectativas de Trump, la preocupación ucraniana por la falta de garantías de seguridad y la compleja estrategia aliada.
El complejo tablero de la cumbre Trump-Putin en Alaska y el futuro de Ucrania

El presidente Donald Trump ha establecido un umbral sorprendentemente bajo para su inminente reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Alaska. Esta cumbre, que se perfila como el encuentro internacional de más alto nivel de su segundo mandato, despierta profundas inquietudes sobre las garantías de seguridad para Ucrania y la dirección de las negociaciones territoriales.

El particular enfoque de Trump para el diálogo con Putin

El presidente estadounidense Donald Trump ha manifestado una postura singular de cara a su próxima reunión con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Trump declaró que «probablemente en los dos primeros minutos sabré exactamente si se puede llegar a un acuerdo o no», subrayando su disposición a abandonar las conversaciones si no se alcanzaba un consenso, dejando que las partes en conflicto continuaran la lucha.

En una conferencia de prensa intrincada, el mandatario reiteró su plan de negociar lo que denominó «intercambios de territorios». Asimismo, desestimó las declaraciones previas del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien había enfatizado que la Constitución de su país prohíbe ceder tierras a un invasor.

Al describir el encuentro, Trump informó a los periodistas que «iré a Rusia el viernes», una afirmación que repitió momentos después. Sin embargo, la reunión se llevará a cabo en Alaska, territorio que no ha sido parte de Rusia desde 1867, cuando Estados Unidos lo adquirió por 7,2 millones de dólares.

Sobre Putin, Trump comentó: «Voy a ver lo que tiene en mente». El presidente de EE. UU. ha dialogado con su homólogo ruso al menos cinco veces mediante líneas seguras desde que asumió el cargo en enero. Añadió que juzgaría «si es un trato justo» y que «puede que me vaya y les desee buena suerte, y ese será el final».

Trump no ha ocultado su aspiración de ganar un Premio Nobel de la Paz, atribuyéndose la autoría de recientes altos al fuego o acuerdos de paz en disputas regionales como las de India y Pakistán, o Azerbaiyán y Armenia.

Ausencias clave y la preocupación Ucraniana

La descripción que Trump hizo de sus objetivos para la negociación del viernes resultó reveladora, tanto por lo que incluyó como por lo que omitió. Esto es lo que mantiene en vilo a los ucranianos y a los aliados europeos de Washington, quienes han prometido seguir proporcionando armas a Ucrania, independientemente del desenlace en Anchorage.

Volodímir Zelenski, quien hasta ahora no ha sido invitado a la cumbre en Alaska, ha insistido en que cualquier acuerdo debe iniciarse con algún tipo de tregua o alto al fuego. Su objetivo es evitar que las negociaciones se desarrollen bajo la presión de continuos ataques aéreos y apropiaciones territoriales. Trump, sin embargo, no ha estipulado la necesidad de una tregua previa.

Durante su conferencia de prensa de una hora, Trump no hizo mención alguna a las garantías de seguridad para Ucrania. Estas garantías son cruciales para asegurar que Putin no aproveche una pausa en los combates o nuevas ganancias territoriales para reorganizarse, rearmarse y reanudar su intento de apoderarse de todo el país.

El presidente tampoco se comprometió a asegurar que Ucrania disponga de las armas, la inteligencia y la cooperación necesarias para defender su territorio y disuadir a Rusia de futuros ataques. Su vicepresidente, JD Vance, un crítico de larga data de la ayuda estadounidense a Kiev, fue explícito el domingo en Fox News. «Hemos terminado con la financiación del negocio bélico de Ucrania», declaró Vance, e insistió en que la única vía para que las armas estadounidenses llegaran a Ucrania sería a través de su compra y transferencia por parte de los aliados europeos.

Cumbres apresuradas y riesgos geopolíticos

Los comentarios de Trump surgieron en un momento en que la Casa Blanca se esforzaba por organizar una de las cumbres más apresuradas de los últimos tiempos. Habitualmente, este tipo de sesiones son precedidas por negociaciones detalladas y acuerdos o comunicados consensuados. Trump, sin embargo, sugirió que no iniciaría este diálogo con ninguna de estas preparaciones, aunque funcionarios europeos han detectado indicios de conversaciones a niveles inferiores entre oficiales rusos y estadounidenses.

Para acentuar la sensación de precipitación, la Casa Blanca aún no ha revelado la ubicación exacta de la reunión, su duración prevista, ni si Trump presidirá finalmente un encuentro entre Putin y Zelenski, dos enemigos declarados.

El riesgo actual, reconocido incluso por algunos aliados republicanos de Trump, es que Putin perciba una oportunidad para halagar al presidente estadounidense, ganar tiempo y, quizás, convencerlo de aceptar la interpretación rusa de los acontecimientos.

La historia reciente sugiere una inclinación de Trump a aceptar la versión de la realidad de Putin. Este mismo año, el presidente estadounidense insinuó que Ucrania era responsable de la invasión de su propio territorio y se abstuvo de unirse a los aliados occidentales tradicionales de Estados Unidos en la votación de una resolución de las Naciones Unidas que condenaba la agresión rusa. La noche del domingo, Zelenski expresó en voz alta su preocupación por la facilidad con la que Trump podría ser «engañado».

La contención de los aliados europeos y la OTAN

Por esta razón, funcionarios europeos y de la OTAN —quienes buscaron apaciguar a Trump en la cumbre de la alianza en junio en los Países Bajos, con el compromiso de destinar el 3,5 por ciento de su producto interno bruto a defensa durante la próxima década— ahora intentan cuidadosamente contenerlo. Organizaron una videollamada con Trump el miércoles, conscientes de que no estarán presentes en la sala en Alaska. Su influencia se limita, por tanto, a persuadirlo de antemano y arriesgarse a su ira si disienten después.

Una de las advertencias más explícitas a Trump provino del secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Ex primer ministro de Países Bajos, Rutte ha invertido significativamente en desarrollar una relación con el presidente estadounidense y concibió la cumbre de la OTAN para minimizar cualquier disrupción por parte de Trump. Esta apuesta dio sus frutos, y Trump elogió la alianza, en contraste con su postura de «obsoleta» durante su primer mandato.

Sin embargo, el domingo, Rutte delineó claramente ciertos límites para la próxima negociación.

«El próximo viernes será importante porque se tratará de poner a prueba a Putin, su seriedad para poner fin a esta terrible guerra», declaró Rutte en el programa This Week de la cadena ABC. Si bien espera que el viernes sea «un paso importante» en el proceso de negociaciones a gran escala, el territorio será solo una cuestión.

Rutte añadió: «Se tratará, por supuesto, de garantías de seguridad, pero también de la absoluta necesidad de reconocer que Ucrania decide sobre su propio futuro, que Ucrania tiene que ser una nación soberana, que decide sobre su propio futuro geopolítico, por supuesto sin tener limitaciones en cuanto al número de sus tropas militares». Además, resaltó que para la OTAN, no debe haber «limitaciones en nuestra presencia en el flanco oriental».

Trump no hizo referencia a ninguna de estas condiciones en sus comentarios del lunes en la sala de reuniones de la Casa Blanca. Sin embargo, enfatizó que alcanzar un acuerdo era la clave. «Yo hago tratos», reiteró.

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