Desde su detección, el cometa interestelar 3I/ATLAS se ha consolidado como un fenómeno que desafía la física, abriendo un debate entre la ciencia rigurosa y las especulaciones históricas. Este tercer visitante de otro sistema estelar ha forzado a los astrónomos a reevaluar su comportamiento.
Un objeto interestelar con órbita hiperbólica
El 3I/ATLAS fue detectado el 1 de julio de 2025 por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS), una instalación ubicada en Chile y financiada por la NASA. Su hallazgo fue reportado al Centro de Planetas Menores en el sur de América, y posteriormente seguido desde Estados Unidos.
Los científicos lograron establecer que este cuerpo no tiene una trayectoria relacionada con la fuerza gravitatoria del Sol, lo que significa que posee una órbita hiperbólica. A pesar de su origen desconocido, los astrónomos han determinado que no representa un riesgo para el planeta, puesto que su distancia mínima será de 1.8 unidades astronómicas, alrededor de 270 millones de kilómetros.
Según la NASA, el 3I/ATLAS es considerado un cometa debido a que se encuentra activo, poseyendo un núcleo helado y una coma (la nube brillante de gas y polvo que rodea al objeto al acercarse al Sol). El tamaño estimado de su núcleo oscila entre los 440 metros y los 5.6 kilómetros de diámetro. Este objeto ofrece una oportunidad única para estudiar cómo eran otros sistemas planetarios, y se especula que podría ser hasta 3,000 millones de años más antiguo que nuestro Sistema Solar.
La enigmática anti-cola y el enjambre de objetos invisibles
Una de las teorías más recientes y desconcertantes sobre el 3I/ATLAS proviene del astrofísico Avi Loeb, quien sugiere que el cometa no viaja solo.
A raíz de observaciones realizadas en noviembre de 2025, justo después de su paso por el perihelio (el punto más cercano al Sol), telescopios ubicados en Alemania, Hawái y Tailandia capturaron una imagen anómala:
- Una forma en «lágrima».
- Una anti-cola constante que apunta siempre hacia el Sol, un comportamiento inusual.
Las imágenes detalladas, incluidas las tomadas por el Hubble el 21 de julio, revelaron que el núcleo del cometa apenas refleja luz. Esta observación llevó a Loeb a plantear que la luminosidad de la coma parece independiente del tamaño real del núcleo y que la anti-cola es, en realidad, un conjunto estable de objetos invisibles que rodean al 3I/ATLAS.
Hipótesis de aceleración no gravitacional
Según Loeb, estos fragmentos de materia, estimados en alrededor de un trillón de objetos diminutos, podrían reflejar hasta el 99% de la luz visible observada. Esta teoría podría explicar la aceleración no gravitacional observada en el cometa.
A la distancia actual de 270 millones de kilómetros, estos fragmentos estarían desplazados unos 54,000 kilómetros hacia el Sol, lo cual coincide con las medidas obtenidas en las fotografías. Este descubrimiento ha despertado gran interés, ya que si la anti-cola es un enjambre estable de objetos, sería una anomalía sin precedentes para un visitante interestelar. El astrofísico concluyó su análisis dejando abierta la interrogante: «¿Rocas… o algo más?».
Criovulcanismo: la explicación de los volcanes de hielo
Mientras la teoría de Loeb se centra en objetos externos, otro equipo de científicos se enfocó en la composición interna del cometa. Un estudio publicado el 24 de noviembre en el repositorio científico arXiv sugiere que el 3I/ATLAS podría estar cubierto de volcanes de hielo en plena actividad.
El autor principal del estudio, Josep Trigo-Rodríguez, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC/IEEC) en España, y su equipo detectaron evidencia de criovulcanismo.
Las señales claras de esta actividad incluyen:
- Chorros espirales de gas y partículas que brotan de depósitos helados.
- Sublimación intensa y rápido aumento de brillo cuando se encontraba a 378 millones de kilómetros del Sol.
La química interna del cometa
El fenómeno se habría desencadenado por el calentamiento solar, que activó una reacción química compleja en los materiales volátiles atrapados desde la formación del objeto. El aumento de temperatura permitió que el dióxido de carbono sólido se sublimara, liberando líquidos oxidantes. Estos líquidos, a su vez, penetraron en el interior del cometa, reaccionando con minerales metálicos como hierro y níquel, generando así los chorros detectados.
Trigo-Rodríguez expresó su sorpresa por la similitud entre la mezcla de materiales superficiales del cometa y la de los objetos transneptunianos de nuestro propio Sistema Solar, comparando las observaciones con muestras de condritas carbonáceas recolectadas por misiones de la NASA en la Antártida.
¿Un presagio en el arte sacro medieval?
Paralelamente a las explicaciones científicas, el 3I/ATLAS ha sido objeto de especulaciones que sugieren un origen más misterioso, incluyendo teorías sobre una posible nave espacial o si ha intentado comunicarse con la Tierra.
Una de las especulaciones recientes que ha capturado la atención pública es la supuesta predicción del cometa en construcciones eclesiásticas antiguas.
El fresco del Monasterio Visoki Dečani
Se ha mencionado que el viaje del cometa pudo haber sido presagiado en un fresco del Monasterio Visoki Dečani, ubicado en Kosovo. Este mural, realizado hacia 1350 durante la Baja Edad Media, representa la crucifixión de Jesús.
En un borde de la pieza, puede observarse una figura de aspecto circular que destella luz y una estela de tonalidad naranja. Curiosos han encontrado similitudes entre esta pictografía del siglo XIV y la figura del cometa 3I/ATLAS, interpretando las figuras salientes del objeto central como supuestas «señales» que el objeto espacial habría enviado a la Tierra en su momento.
Sin embargo, expertos en arte sacro han ofrecido una perspectiva alternativa, señalando que las características de esta pintura son recursos utilizados en el arte medieval para personificar astros espaciales, como el Sol o la Luna, desacreditando la idea de que sea una predicción literal del objeto interestelar.
El cometa 3I/ATLAS obliga a la ciencia a revisar sus modelos. Ya sea por un enjambre de materia oscura que explica su aceleración anómala, o por los espectaculares criovolcanes que revelan su composición primigenia, este visitante interestelar sigue siendo un enigma abierto que desdibuja la línea entre lo conocido y la posibilidad de «algo más».










