El calvario de Jim Carrey en El Grinch y el instructor de tortura

El calvario de Jim Carrey en *El Grinch*: ataques de pánico, 20 millones devueltos y la ayuda de un instructor que entrena a la CIA para resistir la tortura.
El calvario de Jim Carrey en El Grinch y el instructor de tortura

El clásico familiar Cómo el Grinch robó la Navidad, dirigido por Ron Howard en el año 2000, se convirtió en un éxito rotundo al recaudar 346 millones de dólares en todo el mundo y ser el título más taquillero de ese año a nivel nacional. Sin embargo, detrás de la icónica transformación del personaje de Dr. Seuss se escondió un calvario personal para Jim Carrey, quien llegó a sufrir ataques de pánico debido al maquillaje extremo.

La máscara de ocho horas que provocó el pánico

Jim Carrey reveló, en una entrevista con Vulture con motivo del 25 aniversario del filme, que la experiencia fue tan «aguda» que consideró abandonar el proyecto y devolver la totalidad de su salario de 20 millones de dólares. Tras la primera sesión de maquillaje, que se extendió por más de ocho horas, el actor amenazó con renunciar.

Las exigencias físicas del disfraz fueron extremas:

  • Prótesis respiratoria: El maquillaje del Grinch era tan agobiante que la punta de la nariz de Carrey fue colocada sobre la prótesis, obligándolo a respirar por la boca durante todo el rodaje.
  • Irritación y restricción: El traje, hecho de pelo de yak, picaba constantemente. Las uñas postizas, de 25 centímetros, impedían cualquier gesto natural, mientras que los lentes de contacto severamente restrictivos limitaban su visión y eran «dolorosos», descritos por el productor como «frisbees en sus ojos».
  • Ataques de pánico: El director Ron Howard relató que Carrey comenzó a experimentar ataques de pánico durante las primeras jornadas de filmación, llegando a tirarse en el suelo entre tomas con una bolsa de papel para controlar su respiración. Howard afirmó que la amenaza de devolver los 20 millones de dólares era sincera.

Carrey reconoció que la decisión de usar lentes de contacto reales en lugar de efectos digitales, algo que le causó gran dolor, fue su propia elección: «Fue algo que pedí y no puedo culpar a nadie más que a mí mismo”.

La polémica inicial: ¿verde o prótesis?

El proceso de diseño del personaje también estuvo marcado por la tensión entre el estudio y el equipo de maquillaje. Rick Baker, el maquillador oscarizado, relató que Universal propuso inicialmente una solución sencilla: solo pintar a Carrey de verde.

Según Baker:

> “El estudio dijo: ‘Le pagamos a Jim 20 millones de dólares y queremos verlo. Simplemente píntenlo de verde’”.

Para forzar un diseño más fiel al personaje clásico, Baker tuvo que montar una maniobra que incluyó la creación de un sitio web.

Richard Marcinko: un sargento al rescate del actor

Ante la inminente posibilidad de perder a su protagonista, la producción recurrió a un método totalmente inusual para el rodaje de una comedia familiar: la contratación de un especialista en supervivencia extrema.

Contrataron a Richard Marcinko, un hombre que entrenó a militares, oficiales de la CIA y personal de operaciones especiales en técnicas para soportar la tortura y la privación. Marcinko se convirtió en el «instructor» personal de Carrey.

El actor detalló las estrategias de afrontamiento que aprendió:

  • Técnicas sensoriales: Marcinko le enseñó un sinfín de cosas que podía hacer cuando empezaba a perder el control, incluyendo cambiar patrones ambientales o golpearse la pierna con todas sus fuerzas.

Las secuelas del rodaje y el futuro del personaje

A pesar de los métodos aprendidos, Carrey relató que su verdadera salvación mental durante las interminables sesiones de maquillaje fueron las canciones de los Bee Gees, cuyo catálogo escuchó repetidamente para mantener el ánimo, según consignó Variety.

La experiencia traumática no solo afectó a Carrey. Kazuhiro Tsuji, otro artista del equipo de maquillaje, confesó que tras trabajar con el actor tuvo que ir a terapia. Tsuji recordó la intensa exigencia del intérprete: «En el tráiler de maquillaje, de repente se levanta, se mira al espejo y, señalándose la barbilla, dice: ‘Este color es diferente al que te pusiste ayer’”.

A 25 años de distancia, Carrey ha evidenciado lo profundamente que lo marcó la experiencia. Ha expresado que solo consideraría interpretar nuevamente al Grinch si pudiera hacerlo con tecnología de captura de movimiento (motion capture) y no mediante el uso de maquillaje prostético, aunque admite que la idea de volver al personaje le atrae. El calvario en el set de El Grinch es un recordatorio de que, a veces, el arte exige un precio muy alto a quienes lo interpretan.

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