Por: Jorge A. Martínez Lugo.
Nos despertamos con lamentable noticia del fallecimiento del gran amigo periodista, maestro de periodistas, Jesús Hernández Martínez.
Desenlace esperado, debido a su estado de salud en el hospital, aunque duele lo mismo.
Chucho era verdaderamente lo que se dice una buena persona, de cultura amplia sin alardear de ella; de impecable escritura periodística, no dejaba nada a la duda o a la ambigüedad; forjado en la redacción excelsa del Diario de Yucatán, llegó a Chetumal y desde la sala de redacción fue maestro de muchas y muchos periodistas que trabajaron con él y para quienes tuvimos el privilegio de contar con su amistad.
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Aunque se curtió en las redacciones de la tiranía periodística, esas de jefes duros que se regían por la máxima de que con sangre la letra entra, Chucho estaba en el polo opuesto, lo cual no le restaba rigor periodístico y sí mejoraba, seguramente, su capacidad didáctica.
El chiste blanco inteligente era su arma pedagógica que más le gustaba usar; chistes que llegamos a acuñar en el gremio como una «chuchada» que hablaba de su carácter campechano aunque era de Veracruz.

Escribo estas líneas con todo respeto y esperando que desde donde esté no se asome para corregirme algún gazapo que tanto le gustaba atrapar, para colocar alguna enseñanza al vuelo.
Descanza en paz Chucho, te extrañaremos en el desayuno de los jueves; te nos fuiste muy rápido, eso creo, y contigo se sigue yendo una época en la historia del periodismo pionero de Quintana Roo.
A su familia, un fuerte abrazo y condolencias desde este espacio.
Otro abrazo para ti amigo querido, hasta pronto!
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