
Deportados desde el norte, recibidos en el sur
Un avión aterriza en Tapachula. No es un vuelo comercial, ni turístico. Es un vuelo cargado de historias interrumpidas, de planes truncados. Son 118 mexicanos deportados desde Texas.
No es un caso aislado: es el vuelo número 25 en apenas dos meses. Así se vive, en la frontera sur de México, el endurecimiento migratorio de la era Trump.
Las cifras hablan: más de 3 mil mexicanos han sido deportados a Chiapas, un estado que no es el suyo, ni por origen ni por destino. ¿Por qué llegan ahí?.
¿Qué consecuencias tiene esta política para México y Centroamérica? Este reportaje examina la geografía del desarraigo y sus implicaciones en el sur del país.
La nueva geografía de las deportaciones mexicanas
Una estrategia diseñada para desincentivar la migración
Desde el 20 de febrero, apenas un mes después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la administración republicana comenzó a utilizar vuelos charter para deportar a mexicanos. Pero no a sus estados de origen, sino a Tapachula, Chiapas, en la frontera con Guatemala.
Las autoridades mexicanas han contabilizado 25 vuelos con más de 3 mil deportados, la mayoría provenientes de estados del centro y norte de México.
La lógica detrás de esta medida es clara: desconectarlos del tejido social que facilitaría su retorno a Estados Unidos y enviar un mensaje disuasivo a potenciales migrantes.
“México te abraza”: el operativo de recepción
Para contener el impacto, los tres niveles de gobierno han implementado el programa “México te abraza”, una iniciativa que ofrece a los deportados:
- Asistencia médica inmediata
- Trámites administrativos para su regreso
- Apoyo económico por parte de la Secretaría del Bienestar
Aunque el operativo busca dignificar la llegada, el mensaje es ambiguo: los mexicanos son devueltos a un territorio que no conocen, bajo un esquema que también funciona como muro disuasivo.
Efecto dominó en la migración centroamericana
Reducción del flujo migratorio hasta en 70%
Las consecuencias no terminan con los connacionales. En Chiapas, la llegada de estos vuelos ha coincidido con una disminución del 70% en el flujo de migrantes centroamericanos, según el albergue Belén, que ha pasado de atender a 350 personas diarias a solo 120.
Este descenso no es fortuito. Las deportaciones masivas, sumadas a la militarización del Instituto Nacional de Migración (INM), han endurecido el paso por México. Tapachula se ha convertido en una frontera vertical, donde todos se detienen.
Migración inversa: el regreso voluntario
En un giro poco común, el mismo albergue ha asistido a 200 migrantes que han decidido regresar por su cuenta a sus países de origen en los últimos tres meses. Esta migración inversa es reflejo del agotamiento emocional, económico y legal que enfrentan quienes ya no ven futuro ni en México ni en EE.UU.
La crisis venezolana en Tapachula
Protestas por vuelos de retorno
Una de las escenas más simbólicas ocurre frente al INM en Tapachula. Ahí, migrantes venezolanos protestan, pero no para quedarse, sino para que los deporten. Muchos han perdido la esperanza del asilo, del trabajo, del refugio. Exigen que se habiliten vuelos directos desde Chiapas hacia Caracas, como ya ocurre desde Ciudad de México.
4 mil venezolanos varados en Chiapas
Se estima que hay al menos 4 mil venezolanos en Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, muchos de ellos sin recursos ni documentos. La falta de acuerdos diplomáticos entre México y Venezuela agrava la situación. “Nos tratan como si no existiéramos”, dicen algunos manifestantes.
¿Por qué deportar a Chiapas?
Una medida con más de un objetivo
A simple vista, la decisión de enviar vuelos con deportados mexicanos a Chiapas podría parecer logística. Pero es mucho más que eso:
- Distancia geográfica de sus redes familiares y sociales
- Mayor control migratorio al concentrarlos en una zona de alta vigilancia
- Inhibición del retorno inmediato a la frontera norte
Además, se insertan en un contexto donde la frontera sur de México se ha convertido en extensión de la política migratoria estadounidense, un espacio de contención y desarraigo.
Consecuencias invisibles: el desgaste institucional y comunitario
Sobrecarga de servicios y tensiones locales
Tapachula no estaba preparada para convertirse en el punto final del sueño americano. El constante flujo de deportados y migrantes ha generado:
- Saturación en albergues y hospitales
- Tensión social con comunidades locales
- Incremento en la informalidad laboral
Las autoridades locales hacen lo que pueden, pero la estrategia impuesta desde Washington y aceptada en Ciudad de México se siente lejana a las realidades del territorio.
Una frontera que también deporta mexicanos
Más de 3 mil mexicanos han sido devueltos por aire a la frontera sur. En el papel, es una estrategia de contención. En los hechos, es una política de desplazamiento interno. Las consecuencias no solo afectan a los migrantes, sino también al tejido social de Chiapas y al sistema migratorio mexicano.
La pregunta que queda en el aire: ¿qué tan dispuestos estamos a convertir nuestra frontera sur en una sala de espera permanente para quienes no tienen a dónde más ir?.