Redacción/CARIBE PENINSULAR
TULUM.- “Un taxi más que te roba en Tulum”. Con esa frase inicia el video de denuncia de un usuario que evidencia, una vez más, las prácticas irregulares en el servicio de taxi del municipio, justo cuando la temporada alta comienza y las calles se llenan de turistas nacionales y extranjeros. La grabación muestra a un conductor del sitio Mayan Monkey que portaba más de cuatro tarifarios distintos, todos con precios diferentes para las mismas rutas, sin que exista un documento oficial público que permita verificar cuál es la tarifa correcta.
El taxi señalado —unidad número 353, placas B-233-TMY, identificado también con logotipos de la plataforma Eiby— intentó cobrar más de 300 pesos por un recorrido menor a dos kilómetros. Según el denunciante, al intentar fotografiar las listas para compararlas, el conductor se lo prohibió argumentando “políticas internas” y posteriormente negó el servicio, a pesar de que ya habían iniciado el trayecto.
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El usuario asegura que los tarifarios estaban impresos en español e inglés y que todos tenían diferencias significativas entre sí. Solo uno pudo documentarse en video, pero el resto, que fue rápidamente ocultado por el operador, mostraba precios distintos para los mismos destinos.
Los documentos captados por el usuario tienen impresa la firma de Manuel Enrique Solís Alcocer, secretario general del sindicato Tiburones del Caribe. Sin embargo, Solís Alcocer no ha presentado públicamente un tarifario oficial, ni ha informado cuál es la versión vigente. No existe tampoco página web, código QR o enlace institucional donde turistas y residentes puedan verificar los costos reales del servicio.
Esto contrasta con los anuncios realizados por el propio dirigente meses atrás, cuando aseguró que los tarifarios oficiales estarían disponibles en hoteles, restaurantes y establecimientos turísticos. A pesar de estar ya en diciembre y en plena afluencia turística, esos tarifarios no han sido distribuidos ni publicados.
Desde su llegada al municipio, ciudadanos han señalado que Solís Alcocer ha abierto diversos negocios —entre ellos un restaurante y una tienda de motocicletas eléctricas— mientras el servicio de taxi sigue operando en la opacidad. Su presencia pública se reduce a recorridos con escoltas y asistencia a eventos, pero no a la atención directa de la problemática que afecta la movilidad diaria y la imagen del destino.
La falta de regulación ha permitido que cada operador utilice su propia versión de tabuladores, aplique tarifas diferentes según el pasajero y oculte la información cuando alguien intenta fotografiarla. Esta situación ha sido motivo de críticas nacionales e internacionales en años recientes, afectando la percepción de Tulum como destino turístico.
Con la llegada masiva de visitantes y la creciente demanda de transporte, la exigencia ciudadana es clara: se necesita un tarifario único, verificable y accesible para evitar cobros irregulares y proteger tanto a usuarios locales como a turistas. Mientras el sindicato no presente un documento oficial ni implemente mecanismos de control, los abusos continuarán ocurriendo a plena luz del día y en la temporada más importante del año.
