Crimen organizado en México: el poder paralelo que desangra al país

El crimen organizado en México actúa como un poder paralelo, advierte el Banco Mundial. Análisis de su impacto y urgencia de acción.
Crimen organizado en México
Crimen organizado en México
Crimen organizado en México

El poder invisible que domina territorios

En un México azotado por la violencia, el crimen organizado no sólo opera en las sombras: ha construido un «poder paralelo» que rivaliza con el Estado. La advertencia del Banco Mundial no puede ser ignorada.

Una amenaza que rebasa las fronteras

La expansión de un enemigo invisible

El Banco Mundial alerta que América Latina y el Caribe enfrentan «niveles alarmantemente altos de violencia letal». En este escenario, México destaca tristemente por su alta diversificación de mercados ilícitos, desde el narcotráfico hasta la deforestación.

  • Tasa de homicidios: 8 veces mayor que el promedio mundial.
  • Victimización: 3 veces más frecuente que en otras regiones.

La violencia, antes circunscrita a «zonas rojas», hoy contamina amplios territorios, penetrando incluso en las estructuras estatales.

Crimen organizado: redes trasnacionales

La organización criminal ya no reconoce fronteras. Con la pandemia como catalizador, redes criminales optimizaron operaciones, expandieron territorios y reclutaron en comunidades empobrecidas.

El crimen organizado ya no es un fenómeno aislado: «exige un diálogo regional y global», subraya Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial.

México: terreno fértil para la criminalidad

El control territorial

En varias regiones de México, las organizaciones criminales no sólo trafican drogas: administran justicia, otorgan servicios y establecen reglas de convivencia. Allí, el Estado es una entelequia.

  • Extorsión a comercios locales.
  • Reclutamiento de jóvenes sin oportunidades.
  • «Protección» de comunidades olvidadas.

Esta captura territorial genera zonas donde el crimen reemplaza las funciones estatales, perpetuando ciclos de pobreza y violencia.

Colapso institucional

El Banco Mundial destaca el rezago del sistema de justicia mexicano:

  • Deficiencia en la investigación criminal.
  • Lentitud en la resolución de casos.
  • Baja percepción de confianza en las autoridades.

Sin garantías jurídicas, la impunidad se convierte en el mejor aliado de las mafias.

La pandemia: acelerador del deterioro

Durante el covid-19, muchos grupos criminales llenaron el vacío dejado por el Estado. Repartieron despensas, impusieron toques de queda y ofrecieron «protección» a comunidades marginadas.

En zonas como Guerrero, Chiapas y partes de Quintana Roo, esta legitimidad social fortalecida agrava la problemática.

El crimen organizado como obstáculo al desarrollo

Impactos económicos y sociales

El crimen organizado no sólo derrama sangre. Debilita la gobernanza, inhibe inversiones y exacerba desigualdades.

«Combatir la delincuencia organizada es una prioridad de desarrollo», advierte William Maloney, economista jefe del Banco Mundial.

Entre las principales consecuencias:

  • Distorsión de mercados locales.
  • Fuga de capitales.
  • Deterioro de la cohesión social.

Las redes criminales como freno al crecimiento

La violencia y la ilegalidad limitan el potencial económico de vastas regiones. La presencia de grupos criminales en corredores turísticos como el Caribe Mexicano afecta no sólo al turismo, sino a toda la cadena productiva.

¿Hay salidas posibles?

Casos de éxito: La Ciudad de México

El Banco Mundial reconoce la estrategia de seguridad de la capital mexicana:

  • Inteligencia policial avanzada.
  • Coordinación interinstitucional.
  • Mando centralizado en acciones de seguridad.

Este modelo podría replicarse, con adaptaciones, en otras regiones.

La necesidad de una visión regional

Dado el carácter transnacional de las organizaciones criminales, la respuesta debe ser coordinada entre países.

  • Intercambio de información.
  • Políticas públicas integrales.
  • Fortalecimiento de las instituciones democráticas.

Un reloj que corre en contra

El crimen organizado en México ya no es un actor clandestino: es un «poder paralelo» que administra territorios y corroe la gobernabilidad. Ignorar su expansión es condenar al país a un estancamiento perpetuo.

El reto no es sólo de seguridad, sino de supervivencia estatal y de futuro económico. La acción debe ser inmediata, integral y, sobre todo, sostenida. Cada día que se pierde, el crimen avanza.

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