
El “Hecho en México” toma fuerza: así se articula el nuevo rumbo económico
En un país donde el orgullo por lo propio convive con las tensiones del comercio global, una encuesta ha sacudido el tablero económico: el 97% de los mexicanos apoyan el consumo de productos nacionales. Esa cifra, lejos de ser solo un dato aislado, es una señal estratégica para el futuro del Plan México, según lo interpretó el secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
La revelación no viene de cualquier parte. Fue presentada en el programa “Noticias de la Mañana con Mario Maldonado”, y respaldada por el sondeo de QM Estudios de Opinión en conjunto con Heraldo Media Group. El mensaje es claro: hay una ventana de oportunidad para redefinir el consumo interno, reducir importaciones y posicionar a México como nodo estratégico en la nueva arquitectura comercial del continente.
La encuesta como brújula política y económica
97% a favor del consumo local: el dato que lo cambia todo
La cifra no pasó desapercibida. Marcelo Ebrard la calificó como “muy relevante”, señalando que marca el camino a seguir para robustecer el Plan México. El objetivo es claro: promover el sello “Hecho en México”, facilitar su adopción por parte de las empresas y visibilizar los productos nacionales ante un consumidor cada vez más consciente.
Este sello, que durante años fue visto más como una formalidad burocrática, hoy cobra una nueva dimensión simbólica y práctica. No se trata solo de un emblema, sino de una herramienta para impulsar el empleo, reducir la dependencia del exterior y crear una narrativa de autosuficiencia en un contexto global volátil.
Más allá del dato: una oportunidad estratégica
El sondeo también ofrece una radiografía de un país listo para redefinir su política industrial. En un contexto donde Estados Unidos ha comenzado a imponer aranceles a productos mexicanos, el respaldo masivo al consumo local se vuelve una defensa cultural, pero también un recurso geopolítico.
México no parte de cero. Como subrayó Ebrard, ya hay un número importante de empresas usando el sello “Hecho en México”, gracias a una política de simplificación que busca eliminar las barreras burocráticas. Pero el reto va más allá de la adhesión: implica generar cadenas de valor regionales, fortalecer sectores clave y elevar los estándares de calidad con visión exportadora.
El Plan México: de la teoría a la implementación
Reducción de importaciones como prioridad nacional
Uno de los pilares del Plan México, según explicó Ebrard, es reducir las importaciones que han crecido de forma desmedida en los últimos años. Esta estrategia no es nueva, pero hoy se presenta con mayor urgencia ante la reconfiguración de los mercados globales y la guerra comercial entre potencias.
Al reducir importaciones, se fortalece la industria local, se estimula el empleo y se genera un ciclo económico más resistente a las presiones externas. Esta medida busca atender no solo una necesidad económica, sino también una exigencia política y simbólica: que los mexicanos vean en lo nacional una opción competitiva y deseable.
Nearshoring: una ventaja geopolítica que México no puede desaprovechar
El segundo componente es la aceleración del nearshoring, es decir, el traslado de cadenas productivas desde Asia hacia México. Ebrard fue enfático al decir que Estados Unidos ya opera bajo una lógica de “desventajas comparativas”: se trata de minimizar costos no solo económicos, sino también políticos y logísticos.
En ese escenario, México se presenta como una opción natural. La cercanía geográfica, los tratados de libre comercio y el clima político estable son factores que suman. El nearshoring se vuelve así una herramienta clave para posicionar a México como proveedor estratégico para Norteamérica en sectores como manufactura, tecnología y agroindustria.
Un sello con peso internacional
“Hecho en México”: de marca país a símbolo de soberanía económica
El sello “Hecho en México” ha evolucionado. En voz de Ebrard, hoy representa una apuesta por la soberanía económica. No se trata solo de vender más dentro del país, sino de enviar un mensaje al mundo: los productos mexicanos están listos para competir en calidad, innovación y trazabilidad.
Este giro discursivo conecta con las tendencias globales de revalorización de lo local, en un mundo postpandémico donde los consumidores buscan confianza, identidad y trazabilidad en lo que compran. México tiene historia, mano de obra calificada y un ecosistema empresarial que puede aprovechar esta ola si logra mantener una estrategia coherente y sostenida.
Simplificación, incentivos y legitimidad social
El éxito del Plan México no dependerá solo del respaldo popular, sino de su implementación efectiva. Ebrard explicó que se han facilitado los trámites para que las empresas puedan usar el sello sin obstáculos. Pero también se requiere una política de incentivos fiscales, financiamiento y capacitación.
Además, la legitimidad social del sello es vital. No basta con que esté en el empaque: debe significar algo para el consumidor. Debe implicar calidad, confianza y una contribución real a la economía nacional. Solo así el respaldo del 97% podrá traducirse en cambios concretos en los hábitos de consumo.
Entre Biden, aranceles y relocalización: el nuevo contexto
Una economía mexicana más estratégica
Ebrard fue claro: Estados Unidos ha decidido reducir su déficit con Asia, lo cual abrirá espacios para países como México. Pero no será automático. Será necesario un esfuerzo coordinado entre gobierno, industria y ciudadanía para posicionar al país como un socio confiable, moderno y competitivo.
La referencia al sistema de “desventajas comparativas” es reveladora: hoy la ventaja está en quién puede adaptarse mejor a un entorno de reglas nuevas. México tiene la oportunidad de colocarse en el centro de esta reconfiguración, pero necesita actuar rápido y con visión de largo plazo.
¿Hacia un modelo de economía nacionalista?
Aunque sin usar ese término, Ebrard plantea una visión de política industrial cercana al nacionalismo económico. No en su versión cerrada, sino como estrategia de reequilibrio. En un mundo cada vez más multipolar, tener una base productiva sólida y un mercado interno fuerte será una ventaja crucial.
Un giro necesario con respaldo popular
El dato del 97% no es solo un resultado de encuesta: es un mandato ciudadano para redefinir el rumbo económico. El Plan México, impulsado por el sello “Hecho en México”, aparece como una vía tangible para fortalecer el consumo local, reducir la dependencia externa y capitalizar el nearshoring en favor de la economía nacional.
Con la presión de aranceles, la urgencia del cambio climático y la nueva geopolítica global, México no puede dejar pasar esta oportunidad. Tiene el apoyo social, el diagnóstico técnico y el contexto internacional a su favor. El reto ahora es convertir esa voluntad en políticas públicas eficaces y sostenidas.