Leslie Gordillo/CARIBE PENINSULAR
TULUM.- El destino turístico más mediático del Caribe mexicano enfrenta la contradicción de que sus playas tienen un acceso sumamente restringido, en las que solo el que paga puede disfrutarlas.
Por si fuera poco, el único espacio público y gratuito está repleto de sargazo esta temporada y en contraparte, el Parque Jaguar que fue la gran propuesta del gobierno Federal en la administración pasada, se ha convertido también en un espacio que limita el acceso.

Si se trata de disfrutar de los arenales de Tulum, los quintanarroenses, así como turistas nacionales y extranjeros, deben prepararse para toda una aventura con costo.
Esto ha provocado constantes denuncias de la ciudadanía, quienes han hecho un llamado de no a la “privatización” de las playas, porque esto ha provocado incluso una caída estrepitosa en las ocupaciones hoteleras, impactando negativamente a todos los prestadores de servicios turísticos.
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Ciudadanos, colectivos y hasta autoridades locales han denunciado que la imposición de cuotas de 260 pesos para mexicanos y 460 pesos para extranjeros, para ingresar al Parque Jaguar, representa una “privatización disfrazada” que vulnera el derecho constitucional de libre acceso a las playas del país, aunado a que en la zona hotelera solamente se cuenta con una playa pública de difícil acceso.
Desde diciembre de 2024, tulumnenses han realizado al menos tres marchas para exigir que las playas vuelvan a ser públicas y accesibles para todos. Sin embargo, denuncian que las autoridades han hecho caso omiso a sus reclamos y que, en cambio, se ha consolidado un esquema de cobros que está afectando no solo a los residentes, sino también al turismo y la economía local.

“Esto es anticonstitucional, las playas son libres. Tengo 43 años viviendo aquí, mi hijo nació en Playa Pescadores, pero si mi hermana viene de visita desde Ciudad de México, ella y su esposo tienen que pagar 260 pesos cada uno para poder entrar. Ellos no vienen al Parque Jaguar, vienen a visitarme y disfrutar de la playa, pero si no pagan, no los dejan pasar”, relató Vicente Ortiz, quien vive esde hace años en un lote que hoy se ubica dentro del parque Jaguar.
«Si no tienes credencial de Tulum, no puedes acceder gratis»
Aseguran que el único acceso gratuito es para quienes cuentan con credencial de elector con domicilio en Tulum, dejando fuera al resto de los quintanarroenses o extranjeros residentes con permiso de trabajo, que llevan décadas en Tulum y que hoy deben pagar la tarifa.
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“Ni siquiera se reconoce la carta de residencia que antes expedía el ayuntamiento. Si no tienes INE de Tulum, no puedes entrar gratis, aunque vivas aquí y contribuyas a la economía local”, reclamó.
Además, la calidad de la experiencia turística también se ha visto afectada. Las playas se encuentran invadidas de sargazo y carecen de servicios básicos como estacionamiento, sanitarios o áreas de descanso.
“Mucha gente paga con disgusto y termina yéndose. Otros deciden no pagar y buscan otras playas en la Riviera Maya. Por eso Tulum ha perdido el 80% de su turismo… ya esto se suman los malos tratos y prepotencia por parte del personal encargado del cobro”, lamentó.
El impacto económico no se ha hecho esperar, restaurantes, pequeños hoteles y comercios han cerrado ante la disminución de visitantes. Tour operadores evitan llevar grupos a Tulum para no enfrentarse a las quejas por los altos costos, prefiriendo otras rutas como Chichén Itzá, Cobá o cenotes cercanos y es que ahora para entrar a la zona arqueológica de Tulum y aunque no se quiera ir a ningún otro sitio, se debe pagar el acceso al parque.

Al respecto, el regidor Jorge Alberto Portilla Mánica, reconoció la gravedad de la situación, que radica sobre todo en la falta de separación de cobros entre la zona arqueológica y el parque.
“Toda inversión es bienvenida, pero cuando no se planea bien, pasan estas cosas. Tenemos la temporada más baja en la historia de Tulum. Queremos hablar con la gobernadora Mara Lezama y llevarle propuestas para que a su vez pueda gestionar con el Gobierno Federal soluciones reales para la gente” compartió.
Entre las propuestas planteadas está la creación de un área de estacionamiento con tarifa independiente, el cobro por servicios como sanitarios y una reducción significativa en el costo de acceso al parque.
“Queremos que las playas sean verdaderamente públicas y que el Gobierno Federal entienda que no se puede estrangular a la economía local con medidas así”, expuso.
Los colectivos ciudadanos planean un nuevo plantón frente al Palacio Municipal en las próximas semanas, con el objetivo de visibilizar la problemática y sumar más apoyo local, aunque desafortunadamente el movimiento se ha reducido por temor a represalias.
“En la primera marcha fuimos más de 250 personas; en la última, apenas 30. La gente tiene miedo o ya no confía en que algo cambie, pero no podemos rendirnos”, reconoció.
También se han entregado cartas dirigidas a la presidenta Claudia Sheinbaum a través de funcionarios de la Secretaría de Gobernación y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), pero hasta ahora no han recibido respuesta.
Mientras tanto, el malestar sigue creciendo entre los habitantes de Tulum, quienes insisten en que el derecho al libre acceso a las playas no debe ser vulnerado, y que el turismo solo se recuperará con medidas que respeten tanto a los visitantes como a la población local.

LAS DIFICULTADES PARA ACCEDER
Aunado al pago, que para una familia de 4 personas de turistas nacionales significaría gastar 1,040 pesos, los visitantes del Parque Jaguar se enfrentan a una serie de dificultades para acceder, desde el estacionamiento, pues deben dejar su vehículo en un espacio designado sobre la carretera, para poder subirse a un pequeño carrito como los de golf para poder llegar a las playas.
Una vez dentro tienen la posibilidad de accesar al museo, la torre de avistamiento si el clima lo permite, los senderos, las zona de la playa y en caso de alguna eventualidad el servicio médico.
Pero se debe cumplir cabalmente con el reglamento, ya que es un área natural protegida, no se pueden ingresar artículos de plástico, como botellas de agua, únicamente termos, pero si el turista no estaba informado se quedará sin agua o tendrá que visitar algún club de playa con un costo más, lo mismo que para comida, pues no se permiten empaques de galletas o cualquier tipo de empaque que sea de un solo uso, solamente tuppers de rehuso.
Tampoco se permiten botellas de vidrio, bebidas alcohólicas, cigarrillos, cigarros eléctricos, fósforos o encendedores, tampoco bocinas, ni drones, no se ingresan guitarras, ni cualquier tipo de instrumento musical.
De acuerdo con personal del parque, en esta temporada de sargazo sí se hacen limpiezas regulares, pero hay momentos en que el arribo es masivo y no pueden controlar el fenómeno natural.
El museo está disponible de 8 hasta 4:30, y aunque se abre todos los días, recomiendan hacerlo de martes a domingo, porque los lunes la zona arqueológica cierra, aunque para ingresar el resto de la semana, excepto el domingo que es acceso gratuito, se debe hacer un segundo pago.
Algunos clubs de playa al interior cobran por consumo mínimo o con un cover, aunque también hay zonas descampadas sin establecimientos de consumo propiamente.