
Claudia Sheinbaum responde a Trump y defiende la soberanía de México
“La soberanía no se vende. La soberanía se ama y se defiende”, dijo Claudia Sheinbaum frente a una de las propuestas más polémicas del expresidente estadounidense Donald Trump: el ingreso del ejército de Estados Unidos a territorio mexicano para combatir al narcotráfico. Su respuesta no solo fue un rotundo “no”, sino también una reafirmación de los principios históricos de política exterior de México.
El contexto: Trump, Sheinbaum y la seguridad binacional
Una propuesta intervencionista que revive tensiones históricas
Durante una llamada, el exmandatario republicano le propuso a la presidenta de México permitir el ingreso del ejército estadounidense como parte del combate al crimen organizado. La revelación, confirmada por Sheinbaum en un evento público en Texcoco, revive el espectro de la intervención extranjera, un tema especialmente sensible en la historia mexicana.
La conversación fue retomada por el Wall Street Journal, que destacó la insistencia de Trump por “ayudar” en el combate al narco. Sin embargo, la mandataria mexicana fue contundente: cooperación sí, subordinación no.
La doctrina de política exterior mexicana
México ha sostenido por décadas la Doctrina Estrada, basada en la no intervención y el respeto a la autodeterminación de los pueblos. La respuesta de Sheinbaum no solo sigue esa línea diplomática, sino que también la refuerza en un momento de tensión geopolítica en Norteamérica, cuando Estados Unidos atraviesa un proceso electoral que podría devolver a Trump al poder.
Seguridad nacional: colaboración sin subordinación
¿Qué pidió realmente Sheinbaum?
En lugar de tropas extranjeras, la presidenta fue clara en lo que México necesita: que se frene el tráfico de armas provenientes de Estados Unidos. “Si nos quiere ayudar, presidente Trump, ayúdenos a que no entren armas de Estados Unidos a México”, declaró. El tráfico ilegal de armamento ha sido identificado como un motor de violencia en el país, pues alimenta a los cárteles que operan con poder de fuego militar.
La mandataria celebró que, tras su petición, Trump firmara una orden ejecutiva para contener el flujo de armas. Aunque el alcance de esa orden aún está por verse, el gesto fue interpretado como una muestra de que sí es posible colaborar desde el respeto mutuo.
Un precedente peligroso
Aceptar tropas extranjeras sería un precedente de alta peligrosidad institucional. A lo largo de su historia, México ha enfrentado invasiones y presiones externas bajo el pretexto de “ayuda”. En 2020, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ya se había rechazado una propuesta similar por parte de legisladores republicanos.
El mensaje de Sheinbaum no solo responde a Trump, sino también a los sectores conservadores de EE. UU. que promueven una política exterior agresiva hacia México, con un discurso centrado en la “militarización” del combate al narcotráfico.
Lago de Texcoco: escenario de una narrativa política
La educación como pilar del nuevo gobierno
La declaración de Sheinbaum no ocurrió en cualquier contexto. Fue durante la inauguración de la sede educativa del Parque Ecológico Lago de Texcoco, una de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García. Allí, ante un público conformado por estudiantes, docentes, trabajadores de la construcción y organizaciones sociales, la presidenta aprovechó para reforzar su narrativa de defensa nacional y justicia social.
Este simbolismo no es menor. Texcoco es territorio cargado de memoria: ahí se planeaba el fallido aeropuerto de Peña Nieto, y ahí emergió un nuevo modelo de desarrollo con enfoque ecológico, educativo y popular. Sheinbaum se apropia de ese espacio para presentar no solo una política, sino un horizonte de país.
Reconocimiento a los movimientos sociales
Durante el evento, la presidenta también reconoció al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Este gesto revela una estrategia de legitimación desde abajo, donde los movimientos sociales y las bases sindicales son presentados como aliados naturales del proyecto de transformación.
Trump y las armas: ¿colaboración real o discurso de campaña?
Una orden ejecutiva con aroma electoral
Trump firmó una orden ejecutiva para frenar el ingreso de armas a México. Lo hizo justo después de la conversación con Sheinbaum. ¿Coincidencia? ¿Estrategia? ¿Mensaje político? La respuesta puede estar en la coyuntura electoral estadounidense.
Trump busca regresar a la Casa Blanca en 2025 y, como en 2016, ha vuelto a colocar a México en el centro de su retórica. Ya lo hizo con el muro, ahora lo intenta con la “guerra al narco”. Sin embargo, Sheinbaum le ha enviado un mensaje claro: México no es un campo de batalla, ni una pieza electoral.
La narrativa de soberanía: estrategia y convicción
Más que retórica: mensaje a dos públicos
El posicionamiento de Claudia Sheinbaum cumple un doble propósito: envía un mensaje firme a Washington y otro, aún más importante, al electorado mexicano. En tiempos donde la percepción de debilidad o sumisión puede erosionar liderazgos, la presidenta se muestra firme, soberana, nacionalista.
Esa narrativa, que recuerda a discursos históricos del PRI de los 70 u 80, se resignifica hoy como parte de un nuevo progresismo latinoamericano que apuesta por la autodeterminación, sin romper la cooperación internacional.
¿Cómo lo recibe el pueblo?
Los aplausos, las consignas —“¡Maestros con Claudia!”—, y el respaldo de sectores organizados dan cuenta de una recepción favorable. En un país golpeado por la violencia, pero también celoso de su dignidad, el mensaje de “soberanía inviolable” encuentra eco.
Una línea roja desde México
El rechazo de Sheinbaum a la propuesta de Trump marca una línea roja para la política exterior mexicana. Frente a la violencia, la presidenta apuesta por educación, cooperación sin subordinación y control del tráfico de armas. Frente al discurso intervencionista, reitera que México es un país libre, independiente y soberano.
Esta posición será puesta a prueba en los próximos años, especialmente si Trump regresa al poder. Pero por ahora, Sheinbaum ha dejado claro que la soberanía no se negocia, ni siquiera con el vecino más poderoso del mundo.