
México marca límites: Sheinbaum niega operativo de EU contra narcolaboratorios
“A Estados Unidos no le gusta que le pongan límites”, sentenció Claudia Sheinbaum desde Palacio Nacional, al rechazar tajantemente la versión del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) que asegura haber liderado el desmantelamiento de narcolaboratorios del Cártel de Sinaloa en suelo mexicano.
En plena transición de gobierno, la mandataria mandó un mensaje inequívoco: la soberanía mexicana no se negocia, ni se comparte.
Washington afirma, Palacio Nacional desmiente
El 14 de mayo, el ICE emitió un comunicado que prendió las alertas en el ámbito político y diplomático: aseguró haber encabezado, junto a dependencias mexicanas, el aseguramiento de tres laboratorios de drogas sintéticas operados por el Cártel de Sinaloa.
La versión fue clara: Estados Unidos habría liderado el operativo, en coordinación con la Fiscalía General de la República (FGR), la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Un movimiento que, si se confirmara, implicaría una intromisión directa en operaciones de seguridad nacional mexicana.
Sin embargo, este escenario fue categóricamente negado por la presidenta Sheinbaum en la conferencia matutina del 15 de mayo.
“No participan ni coordinando ni elementos de alguna agencia en algún operativo en nuestro territorio”, afirmó con contundencia.
Un mensaje desde el poder: soberanía primero
La declaración de Sheinbaum no es menor. Representa una continuidad del principio de no intervención que López Obrador sostuvo durante todo su mandato. Ahora, bajo su sucesora, ese eje rector se mantiene, pero con una narrativa más frontal: Estados Unidos no impone condiciones.
La presidenta advirtió que ciertas agencias estadounidenses no han digerido los cambios:
“A las agencias en particular no les gusta que no puedan entrar como entraban antes… como en el periodo del neoliberalismo, en el periodo de Felipe Calderón”.
Este señalamiento no solo refuerza su postura ante Washington, sino que también marca distancia con las estrategias de seguridad del pasado, muchas de las cuales implicaban una colaboración asimétrica con Estados Unidos en el marco de la llamada “guerra contra el narcotráfico”.
¿Colaboración o subordinación?
Uno de los puntos neurálgicos del conflicto es la naturaleza de la cooperación bilateral en materia de seguridad. Mientras el gobierno estadounidense habla de “liderazgo operativo”, el gobierno mexicano responde que solo hay colaboración en el marco del respeto mutuo.
Esta diferencia semántica tiene implicaciones geopolíticas.
Elementos clave del discurso oficial mexicano:
- No hay subordinación a agencias extranjeras.
- Los operativos son mexicanos, sin agentes extranjeros en territorio nacional.
- La cooperación se da en términos técnicos y de inteligencia, no de ejecución.
Lo que implica la versión del ICE:
- Estados Unidos sigue buscando un rol protagónico en operativos contra el crimen organizado fuera de su frontera.
- Podría estar desafiando los límites diplomáticos establecidos por el nuevo gobierno mexicano.
- A nivel narrativo, proyecta una imagen de poder e influencia extraterritorial.
De Calderón a Sheinbaum: una ruptura de paradigmas
La referencia al sexenio de Felipe Calderón no fue casual. Bajo su gobierno, se permitió el ingreso sistemático de agentes de la DEA y otras agencias estadounidenses bajo esquemas de cooperación directa. Para muchos, ese periodo consolidó una relación de dependencia operativa.
Sheinbaum pretende mostrar un viraje histórico. En su discurso, el paradigma ya no es “con ellos o contra ellos”, sino “juntos, pero con reglas claras”.
“Cambiaron las cosas”, sentenció, en una frase que sintetiza la transición de una política de seguridad influenciada por el exterior a una que busca reafirmar el control estatal sobre el territorio y sus decisiones.
El territorio como símbolo
En un país donde el combate al narcotráfico ha costado decenas de miles de vidas y ha reconfigurado el control territorial en varias regiones, el quién ejecuta los operativos es tan importante como el qué y el dónde.
En este caso, el gobierno federal busca reivindicar la soberanía no solo como principio diplomático, sino como símbolo de autoridad nacional. Ceder ese terreno —aunque sea narrativamente— sería un retroceso en la estrategia de reposicionamiento político frente al exterior.
¿Y ahora qué sigue?
Claves para entender lo que está en juego:
- México mantiene una cooperación activa con EU, pero con límites operativos.
- La narrativa del ICE puede tensar la relación bilateral en seguridad.
- Sheinbaum envía una señal de fuerza interna y externa al mantener firme su postura.
- Este episodio podría marcar una pauta en la nueva diplomacia mexicana bajo su presidencia.
Soberanía como mensaje político y estratégico
Lo que podría parecer un diferendo técnico entre agencias de seguridad es, en realidad, una batalla por la narrativa y el control político del territorio. La declaración de Claudia Sheinbaum no solo desmiente la versión estadounidense, sino que reafirma una postura: el Estado mexicano está en control y no permitirá actores externos sin condiciones claras.
En el escenario geopolítico, esta firmeza proyecta una imagen de autoridad que busca romper con inercias históricas y trazar nuevos límites en la relación México-Estados Unidos.
En tiempos donde las fronteras del crimen y la diplomacia se diluyen, defender la soberanía no es solo un acto político, sino un mensaje de país.