
Un chalet suizo, el nuevo campo de batalla comercial
Las montañas de Ginebra, cubiertas aún por el frío de primavera, fueron el escenario elegido para lo que muchos consideran el primer gesto real de distensión entre China y Estados Unidos desde el inicio de la guerra comercial reactivada por Donald Trump.
Con la palabra clave “guerra de aranceles” rondando cada análisis político y económico global, la reunión de alto nivel entre ambas potencias marca un momento clave para el orden comercial mundial.
El conflicto: una guerra que paralizó el comercio global
Origen y escalada de los aranceles
La guerra de aranceles entre Estados Unidos y China no es nueva, pero se reavivó con fuerza a partir del regreso de Donald Trump a la presidencia en enero. Desde entonces, Washington impuso tarifas del 145% a productos chinos, generando una respuesta inmediata de Pekín con aranceles del 125% a productos estadounidenses.
Ambos países, que juntos representan cerca del 40% del PIB mundial, entraron en una dinámica de sanciones recíprocas que estancaron el comercio bilateral, causaron volatilidad en los mercados y alteraron cadenas de suministro globales.
Trump y los aranceles como herramienta política
El expresidente Trump ha convertido los aranceles en un instrumento de presión y propaganda política. En su discurso más reciente, propuso reducir al 80% los aranceles, un gesto que, aunque simbólico, indica disposición a negociar.
Para sus aliados, como el secretario de Comercio Howard Lutnick, “el presidente quiere resolver el problema con China”. Sin embargo, la Casa Blanca ha sido clara: no habrá concesiones unilaterales.
Ginebra: terreno neutral, símbolo de diplomacia
La sede de las primeras conversaciones
Las negociaciones se realizaron en un chalet diplomático de Suiza, un país históricamente neutral y sede de la Organización Mundial del Comercio. El simbolismo del lugar no pasó desapercibido para la comunidad internacional.
Participaron el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamieson Greer, por parte de EU. China estuvo representada por su vice primer ministro, He Lifeng, una figura clave del ala económica del gobierno.
¿Qué se discutió realmente?
Aunque no se revelaron detalles oficiales, las fuentes diplomáticas apuntan a una posible suspensión temporal de los aranceles mientras avanzan las negociaciones. La especialista Lizzi Lee lo resume como “un gesto simbólico que podría aliviar tensiones sin resolver el fondo del conflicto”.
Impacto global: ¿qué está en juego?
El riesgo de un desacoplamiento comercial
Ngozi Okonjo-Iweala, directora de la OMC, advirtió sobre los riesgos sistémicos de un desacoplamiento entre las dos principales economías. “Aunque solo representan el 3% del comercio mundial de mercancías, sus decisiones afectan todo el sistema multilateral”.
El profesor Xu Bin, desde la CEIBS de Shanghái, va más allá: incluso si los aranceles bajan, “probablemente seguirán siendo demasiado altos para un comercio normal”.
China resiste, pero muestra signos de presión
China anunció un aumento del 8.1% en sus exportaciones globales en abril, superando todas las previsiones. Sin embargo, las exportaciones a EU cayeron casi 18%, lo que evidencia el daño puntual de la guerra comercial.
Este contraste refuerza la necesidad de China por diversificar sus mercados y también por reducir tensiones con su principal cliente.
Reacciones internacionales: expectativa y cautela
La OMC como mediadora implícita
Aunque no participa directamente, la OMC aplaudió el diálogo como “positivo y constructivo”. La posibilidad de que esta organización recupere relevancia como árbitro comercial está sobre la mesa.
Europa y América Latina observan de cerca
La Unión Europea, afectada por el reacomodo de flujos comerciales, y América Latina, que podría beneficiarse de nuevos acuerdos con China o EU, siguen con atención cada movimiento. En México, el tema resuena por las implicaciones sobre el T-MEC y las exportaciones nacionales.
¿Qué se puede esperar a corto y mediano plazo?
¿Habrá un acuerdo real?
Bonnie Glaser, del German Marshall Fund, sostiene que un escenario probable es la suspensión de aranceles impuestos este año mientras se negocia. Sin embargo, aún no hay señales claras de un acuerdo estructural.
Obstáculos internos y tensiones latentes
Trump enfrenta presiones internas para mantener una postura dura frente a China. Pekín, por su parte, debe evitar parecer débil ante su opinión pública. Cualquier concesión será interpretada como una victoria o una derrota, según el lente ideológico.
Un paso, no la meta
La reunión en Ginebra es sin duda un avance. Representa el primer diálogo directo desde la reactivación del conflicto arancelario. Pero también deja claro que las diferencias estructurales entre China y Estados Unidos están lejos de resolverse.
Lo que se definió este fin de semana no fue un acuerdo, sino una tregua posible. Una pausa necesaria para que las dos mayores potencias económicas redefinan los términos de su competencia.
La guerra de aranceles aún no ha terminado. Pero al menos, hoy, volvió la diplomacia.