Por Leslie gordillo
CANCÚN.- Productores y autoridades trabajan ahora en un proceso similar al que se hizo con el chicle, pero ahora para la miel para su certificación con indicación geográfica, lo que permitirá blindar toda la cadena de producción, desde la apicultura hasta la comercialización.
De acuerdo con autoridades estatales, este reconocimiento no solo representa un sello de calidad, sino también un mecanismo de protección legal que garantiza que la miel comercializada proviene de procesos controlados y certificados, evitando así el mercado negro y la venta de productos de dudosa procedencia.
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“Lo que se busca con estas certificaciones es proteger el producto desde su origen: la tierra, el trabajo de los apicultores, la extracción y hasta la venta final. Una vez certificada, la miel solo podrá obtenerse a través de los canales avalados, lo que fortalece su valor y genera confianza en los consumidores”, informó Paul Carrillo, secretario de Desarrollo Económico de Quintana Roo.

El procedimiento, explicó, implica una tramitología extensa que requiere la participación de universidades, especialistas, apicultores y autoridades de distintos niveles, quienes aportan imparcialidad y rigor a los estudios.
Aunque en años anteriores los procesos de este tipo podían tardar entre tres y cuatro años, actualmente la Secretaría de Economía ha acelerado los tiempos gracias a una mayor infraestructura y demanda de registros de marca e indicaciones geográficas en el país.
En paralelo, también se trabaja en solicitudes para certificar productos como el pulpo y el tiburón toro, con el fin de dotarlos de un marco legal que proteja su comercialización y eleve su valor en mercados nacionales e internacionales.
“Estamos en buen camino. La miel va más rápido que el chicle, que tardó dos años en obtener su certificación. Este es un proceso largo, pero necesario para garantizar que nuestros productos se distingan por su origen, calidad y autenticidad”, finalizó.