La crítica situación en La Franja de Gaza se agrava con revelaciones sobre la caótica y fallida distribución de ayuda humanitaria, escenas descritas como una «lucha de pánico» por la supervivencia. Un reciente reportaje del periódico israelí Haaretz, basado en material inédito, subraya la profunda crisis humanitaria en Gaza, donde el sistema de reparto ha colapsado, dejando a los más vulnerables sin alimentos y propiciando un mercado negro devastador.
La revelación de Haaretz y el testimonio de un ex boina verde
El diario israelí Haaretz ha difundido un conjunto de videos y fotografías inéditas que documentan escenas “estremecedoras” en los centros de distribución de ayuda humanitaria en Gaza. Estas imágenes, según testigos, son comparables con una carrera frenética por la supervivencia. «Las llamé las Olimpiadas de Gaza”, declaró el teniente coronel retirado y ex boina verde Anthony Aguilar al medio, al describir los episodios que presenció entre mayo y junio.
Aguilar, quien trabajó como gerente de operaciones de UG Solutions, una empresa privada de seguridad contratada por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), añadió: “Es una lucha de pánico caótica. Solo los más fuertes y rápidos sobreviven. Las mujeres y los niños, la mayoría de las veces, no reciben nada”. Su material, obtenido por Haaretz, fue grabado durante su labor.
Otro experto, Yaakov Garb, académico de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, comparó el reparto de comida con “alimentar animales peligrosos en un safari: dejas la comida, abres las puertas y te retiras”.
Las consecuencias inmediatas del descontrol
En los primeros días de funcionamiento de los centros, según el Ministerio de Salud de Gaza, murieron al menos 230 personas y cientos más resultaron heridas en su intento por alcanzar los puntos de distribución. Las imágenes, captadas en uno de los complejos operados por GHF, muestran a miles de gazatíes agolpándose bajo fuego cruzado, sin control logístico ni garantías de acceso equitativo.
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El caos fue tal que los centros eran vaciados en menos de 11 minutos. Aguilar afirmó que muchos se llevaban hasta 40 cajas mientras otros regresaban con las manos vacías. “No hay control sobre quién recibe qué. Es una lucha de pánico total”, sostuvo el ex boina verde.
Un colapso logístico que alimenta el fracaso
Anthony Aguilar agregó que nunca se implementó un protocolo para controlar la distribución: “Desde el primer día, no se verificó que hubiera una caja por familia. Algunos se llevaban 10, 20, hasta 40 cajas, mientras otros se quedaban sin nada. Fue un doble fracaso: humanitario y de seguridad”.
La evidencia satelital del desorden
Las imágenes satelitales que analizó el profesor Garb confirmaron lo que los videos ya mostraban: una logística deficiente, sin mecanismos de distribución ordenada ni barreras de contención. Satélites de Planet Labs y SkySat captaron el 13 de julio multitudes de gazatíes avanzando hacia el centro SDS-2, también llamado “barrio saudí”, al noroeste de Rafah. En el lugar, los camiones descargaban la ayuda mientras miles de personas hambrientas se aproximaban desde un campamento improvisado a 2.5 kilómetros de distancia. Cajas apiladas esperaban sobre palés hasta que, cinco días después, otra imagen satelital captó la superficie completamente cubierta por puntos negros: la multitud había llegado.
De acuerdo con el cálculo nutricional utilizado por la GHF, una caja de entre 16 y 18 kilogramos de alimentos podía rendir hasta 57.5 comidas. Pero dicha estimación no consideró que muchas personas debían recorrer largas distancias sobre arena, cargando el peso a pie. Pronto, muchos optaron por desmantelar las cajas y reempaquetar lo que podían en sacos más manejables, adaptándose a la inviabilidad del sistema.
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El mercado negro: Una consecuencia inevitable del caos
El colapso logístico no solo impidió una distribución justa, sino que también dio paso al mercado negro. Grupos organizados comenzaron a interceptar las cajas, extraer los productos más valiosos y revenderlos en zonas cercanas. Haaretz obtuvo documentos y videos donde se observó a jóvenes vendiendo ayuda humanitaria desde la parte trasera de camionetas. Para los expertos, el sistema no solo fracasó en evitar la hambruna, sino que permitió la creación de un circuito paralelo que explota la desesperación.
La dramática realidad en los centros de distribución de Gaza revela una alarmante falta de control y planificación, transformando la asistencia humanitaria en una lucha por la supervivencia que, lejos de aliviar el sufrimiento, agudiza la desesperación y abre la puerta a dinámicas de mercado ilícitas. ¿Cómo pueden las organizaciones y la comunidad internacional restaurar la confianza y la equidad en un entorno tan devastado, garantizando que la ayuda llegue verdaderamente a quienes más la necesitan?