
La estigmatización no es seguridad: migrar no es delito
“Si vienen, serán perseguidos y deportados”. La advertencia de la funcionaria estadounidense retumbó en redes sociales y medios internacionales como una amenaza abierta, no solo contra quienes buscan refugio en Estados Unidos, sino también contra la dignidad humana. Desde México, la CNDH respondió con firmeza: basta de criminalizar la movilidad humana.
Condena firme: CNDH vs. campaña antimigrante de EU
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alzó la voz frente a una nueva escalada de retórica antimigrante proveniente del gobierno de Estados Unidos. Esta vez, lo hizo al denunciar públicamente la difusión de una campaña audiovisual que, a su juicio, no solo estigmatiza, sino que incita al odio contra personas en situación de movilidad.
Un llamado urgente a los medios de comunicación
La CNDH fue clara: pidió a los concesionarios y permisionarios de radio y televisión que detengan inmediatamente la transmisión de los espots de la Secretaría de Seguridad Nacional estadounidense. La razón es contundente: estos mensajes “criminalizan” a migrantes, promoviendo estereotipos que pueden detonar actos de violencia, discriminación y exclusión social.
“Se estigmatiza a nuestros connacionales y a migrantes en tránsito, poniéndolos en riesgo de agresiones y rechazo”, alertó el organismo.
El reclamo no es menor. En contextos donde el discurso público moldea la percepción colectiva, los medios juegan un papel crucial. Dar espacio a campañas que pintan a los migrantes como amenazas alimenta narrativas peligrosas que pueden normalizar la xenofobia.
¿Qué dice el polémico espot?
El eje del conflicto gira en torno a un espot divulgado por la Secretaría de Seguridad Nacional de EE.UU., cuya narrativa se centró en advertencias agresivas contra los migrantes. La frase pronunciada por la secretaria Kristi Noem —”serán perseguidos y deportados”— no es solo una política migratoria; es un mensaje intimidante cargado de criminalización.
Mensaje temerario, efectos reales
Aunque el espot se presenta bajo la bandera de la seguridad nacional, sus implicaciones rebasan lo institucional. Al equiparar migración con delincuencia, se generan condiciones propicias para violaciones de derechos humanos, particularmente contra poblaciones que ya enfrentan múltiples vulnerabilidades, como los migrantes centroamericanos que cruzan México rumbo al norte.
La estrategia mediática, según la CNDH, descalifica a personas cuyo único “delito” es huir de la violencia, la pobreza o la persecución. La narrativa oficial estadounidense, de esta manera, refuerza una imagen negativa que se traduce en políticas y actitudes hostiles.
Marco legal mexicano: un contraste tajante
El posicionamiento de la CNDH se respalda en fundamentos jurídicos nacionales. La Constitución Política de México, en su artículo 1º, prohíbe explícitamente toda forma de discriminación. Este principio se refuerza en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que establece obligaciones claras para los medios en cuanto a la promoción de la dignidad humana.
Derechos de las audiencias y ética mediática
La ley mexicana exige que los contenidos difundidos respeten los derechos humanos, fomenten la igualdad de género y no perpetúen discursos discriminatorios. Por ello, el llamado de la CNDH a suspender los espots no es una censura: es una exigencia de responsabilidad social y legal.
Contexto regional: el Caribe Mexicano como ruta de tránsito
El sureste mexicano y, particularmente, el Caribe Mexicano, han sido testigos del paso constante de migrantes en busca de mejores condiciones de vida. Quintana Roo, Campeche y Yucatán no son solo destinos turísticos: también son territorios de tránsito, albergue y, a veces, contención.
De paso por el paraíso: rostros invisibles de la migración
En Cancún, Chetumal o Escárcega, las historias de migrantes se entrelazan con el turismo y el desarrollo económico regional. Mientras unos buscan descansar, otros cruzan selvas, ríos y retenes. La estigmatización promovida desde el norte del continente invisibiliza estas realidades complejas y profundiza la exclusión.
¿Por qué importa detener esta narrativa?
Porque los discursos importan. La forma en que se habla de la migración moldea políticas públicas, genera reacciones sociales y legitima violencias. La criminalización del migrante, además de ser éticamente reprobable, alimenta un ciclo de persecución y sufrimiento que contradice los principios democráticos.
Del discurso al impacto real
Desde niños separados de sus padres en centros de detención, hasta deportaciones sin debido proceso, los efectos de estas campañas ya se han documentado. Al visibilizar el rechazo de la CNDH, se abre también un espacio de resistencia discursiva frente a la política del miedo.
Derechos humanos como brújula
La condena de la CNDH no es una declaración aislada: es un llamado urgente a repensar la manera en que se aborda la migración desde los medios, los gobiernos y la sociedad. En un momento donde los muros físicos y simbólicos crecen, defender la dignidad humana debe ser prioridad.
Que una institución nacional defienda a migrantes no solo honra compromisos legales, también nos recuerda que todos, en algún momento, podríamos ser quienes toquen la puerta de otro país buscando esperanza.