La desigualdad laboral entre hombres y mujeres en México, aunque ha mostrado leves mejoras, se mantiene como un desafío estructural. Un reciente análisis de BBVA, con datos del Inegi al segundo trimestre de 2025, expone cómo las labores de cuidado y la educación exacerban esta brecha.
La desigualdad laboral en cifras: un panorama nacional
El estudio de BBVA, basado en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) al segundo trimestre de 2025, revela que las mujeres perciben en promedio 19.9 por ciento menos que sus contrapartes masculinas en el mercado laboral. Esto significa que, mientras un hombre obtiene una media de 6 mil 305 pesos, una mujer recibe 5 mil 50 pesos.
Aunque esta diferencia es significativa, el análisis destaca una reducción respecto al segundo trimestre de 2019, cuando la brecha salarial se situaba en 22.3 por ciento. BBVA subraya que estas desigualdades persisten debido a que las mujeres suelen dedicar más tiempo a las labores de cuidado, lo que limita su plena participación en el trabajo remunerado. Casi dos terceras partes de las mujeres que no están en el mercado laboral al segundo trimestre de 2025 indican que se debe a las tareas del hogar.
Desafíos complejos: estudio, hogar y el papel de la educación
Cuando se suman otras condiciones a la ecuación laboral, la desigualdad se amplifica, mostrando escenarios donde la brecha salarial es aún más pronunciada.
El impacto de la doble jornada: trabajo y estudio
Los datos del mismo periodo revelan que un hombre que combina trabajo y estudio percibe en promedio 6 mil 69 pesos por 32 horas semanales. En contraste, los ingresos de las mujeres en la misma situación son de 4 mil 355 pesos por 30 horas. Esta diferencia se traduce en una brecha de 28.2 por ciento, dato que, preocupantemente, es 17.5 por ciento mayor respecto a abril-junio de 2019.
La carga de los quehaceres domésticos
Para la población femenina que trabaja y, además, asume los quehaceres domésticos, la brecha salarial fue de 22.2 por ciento al segundo trimestre de 2025. Una mujer en estas condiciones percibe 5 mil 64 pesos por 36 horas, mientras que un hombre recibe 6 mil 516 pesos por 43 horas. Afortunadamente, este dato reciente es menor en comparación con el segundo trimestre de 2019, cuando la brecha alcanzaba 24.5 por ciento.
La educación como factor clave contra la desigualdad
Las mayores desigualdades que enfrenta la población femenina se concentran en los grupos con menor grado educativo, consolidando esta característica como un factor crucial para superar la brecha laboral.
- Sin primaria: Las mujeres sin educación primaria perciben en promedio 3 mil 686 pesos por 34 horas, un monto 29.6 por ciento menor que el salario de un hombre en la misma condición (5 mil 251 pesos por 41 horas).
- Solo preescolar: Una mujer con solo estudios de preescolar recibe 3 mil 207 pesos por 32 horas semanales, lo que representa un 42 por ciento menos respecto a los 5 mil 526 pesos de un hombre por 44 horas.
El informe enfatiza el papel fundamental de la educación como motor de reducción de las desigualdades salariales. Se observa que, a medida que aumenta la escolaridad de las personas, las brechas salariales entre hombres y mujeres tienden a reducirse, de manera notable en los niveles de normal, maestría y doctorado. Una mujer con estudios profesionales percibe en promedio 6 mil 278 pesos por 36 horas, un 17.7 por ciento menos que los 7 mil 624 pesos del trabajo de un hombre por 41 horas. La brecha salarial para la población femenina con un grado de doctorado es de apenas 2 por ciento respecto a la masculina bajo la misma condición.
Maternidad y la urgencia de un sistema de cuidados nacional
Otra condición clave en la desigualdad es la maternidad, que ejerce un impacto notable en los ingresos. El informe revela un dato contraintuitivo: una mujer sin hijos puede percibir menos ingresos que una con uno o dos. Pese a estas complejidades, el BBVA subraya la necesidad inminente de un sistema nacional de cuidados que permita a las mujeres conciliar su vida profesional y personal, sin que ello repercuta negativamente en sus expectativas económicas y proyectos de vida.