
Apoyo histórico para MiPyMEs en México: el plan que puede transformar el PIB
El Caribe Mexicano y otras regiones del país se preparan para un cambio económico con la promesa de más crédito a las MiPyMEs. Con una inversión sin precedentes, la banca de desarrollo busca impulsar la producción nacional desde abajo.
Un anuncio clave desde la 88 Convención Bancaria
Durante la 88 Convención Bancaria en Nuevo Nayarit, Edgar Amador Zamora, secretario de Hacienda y Crédito Público, reveló una noticia que podría marcar un antes y un después para los pequeños negocios en México: la banca de desarrollo destinará hasta 20 mil millones de pesos en apoyo directo a las MiPyMEs, dentro de un paquete mayor que podría alcanzar los 120 mil millones de pesos en total.
Este anuncio es parte de un acuerdo entre el sector financiero y la banca comercial, enfocado en facilitar el crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas, un segmento históricamente rezagado en el acceso a financiamiento.
¿Por qué es importante este respaldo a las MiPyMEs?
Motor de la economía mexicana
Las MiPyMEs representan más del 99% de las unidades económicas en el país y generan el 72% del empleo formal, según datos del INEGI. Sin embargo, enfrentan barreras estructurales para acceder a financiamiento competitivo. El anuncio de Edgar Amador busca corregir esa desigualdad:
“Lo importante es que incentivemos a la banca comercial a que dé más crédito y más barato”, señaló en entrevista para Bitácora de Negocios.
Este enfoque implica no solo transferencias directas o préstamos blandos, sino un ecosistema de crédito más dinámico, con tasas más accesibles y menor burocracia para las empresas emergentes.
Balance entre riesgo y rendimiento
Uno de los ejes centrales del planteamiento de Amador es encontrar un punto medio entre la rentabilidad bancaria y la necesidad de impulsar la economía real:
“Tenemos instrumentos muy importantes, que es la banca de desarrollo. Lo importante es que cumpla su mandato: incentivar la creación de crédito y la baja de las tasas.”
Esto sugiere una estrategia de apalancamiento financiero, donde el gobierno actúa como catalizador para atraer capital privado sin asumir todo el riesgo.
La visión estructural: un PIB “más hecho en México”
El dilema de las importaciones
Más allá del financiamiento, Edgar Amador también puso sobre la mesa una reflexión de fondo sobre el modelo económico del país: la urgencia de sustituir importaciones.
Actualmente, el 35% del PIB nacional está ligado a importaciones, y el 24% a bienes intermedios provenientes del exterior. Esto deja a México vulnerable ante interrupciones globales en cadenas de suministro, como se vio durante la pandemia y las recientes tensiones geopolíticas.
Sumar valor desde el territorio
Según Amador, si México lograra sustituir tan solo un 10% de esos insumos, el impacto sería de hasta 2.4% del PIB, una cifra significativa que podría materializarse si las MiPyMEs reciben el apoyo necesario para integrarse a cadenas de valor:
“Tenemos que aumentar el hecho en México”, subrayó el titular de Hacienda.
Este enfoque cobra especial relevancia en regiones como el sureste del país, donde el impulso a la proveeduría local puede convertirse en un detonante para nuevas industrias, empleos formales y mayor resiliencia económica.
Un reto ambicioso con múltiples frentes
¿Es viable alcanzar los 120 mil millones?
El secretario fue claro: alcanzar esa cifra depende de “condiciones buenas”, como la revolvencia del crédito (es decir, que los créditos se paguen y puedan ser reutilizados) y una correcta coordinación entre banca comercial y de desarrollo.
Pero si se logra, el efecto multiplicador sería considerable, no solo en términos macroeconómicos, sino en la vida diaria de miles de empresarios que hoy subsisten con financiamiento informal.
El papel estratégico de la banca de desarrollo
Este tipo de banca, conformada por instituciones como Nacional Financiera (Nafin), Bancomext o FIRA, ha sido históricamente subutilizada o mal articulada con los sectores productivos. El anuncio implica una redefinición de su papel como brazo financiero del Estado para el desarrollo económico real, con criterios de eficiencia, impacto y territorialización.
Una oportunidad que no se puede desaprovechar
La promesa de canalizar hasta 20 mil millones de pesos hacia las MiPyMEs es mucho más que una cifra: es una apuesta por un modelo económico más justo, más autónomo y más “hecho en México”.
En medio de un panorama de bajo crecimiento (el primer trimestre de 2025 apenas marcó un 0.2%), esta medida representa una apuesta estructural por la reactivación desde abajo. Pero el reto será lograr que ese dinero llegue realmente a donde se necesita, sin quedarse en la lógica financiera tradicional.
El futuro de miles de negocios depende de ello, y con ellos, el de una economía más resiliente y soberana.