AZUL MAYA: Respalda colectivo Suku’um al artista e investigador Luis May

Redacción

TULUM– El Colectivo Suku’um se solidarizó con el artista e investigador Luis May, reconocido por recrear el pigmento ancestral Azul Maya – Ch’oj, luego de que denunciara un caso de apropiación indebida de su trabajo.

El respaldo se dio durante la celebración del Día Internacional de los Pueblos Originarios, en una tertulia transmitida por Popolvuj Zona Maya, que incluyó reflexiones sobre el me’atsil, la música del Mayapax y los alimentos sagrados. Participaron promotores culturales como Marcelo JiménezMayusa GonzálezDulce MagañaOctavio Caamal Chablé y Julkin Chablé.

En el encuentro, figuras como #Patboy llamaron a sensibilizar a la niñez y juventud maya sobre el valor del Ch’iibal, mientras Paolo Arturo Xiu Canché invitó a fortalecer la milpa desde un enfoque agroecológico. También se rindió homenaje a músicos del Mayapax fallecidos, y se recordó que la fuerza del pueblo maya radica en la colectividad y no en intereses individuales.

Apropiación cultural 

En redes sociales, Luis May compartió un texto difundido originalmente por Alejandra Ballesteros, en el que acusa a la galerista Anna Sofía Racanski de apropiarse de su investigación sobre el Azul Maya – Ch’oj para presentarse como experta frente a autoridades de Tulum, omitiendo su nombre y atribuyéndose la recreación del pigmento.

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Según el relato, Racanski participó como alumna en dos talleres impartidos por May en Cobá, donde aprendió procesos tradicionales del teñido textil con Azul Ch’oj. Horas después, fue presentada por el presidente municipal Diego Castañón como investigadora con “toda una vida” dedicada al estudio del pigmento, algo que May califica de falso.

La denuncia señala que la galerista no solo invisibilizó al verdadero autor, sino que habría utilizado ese conocimiento para obtener visibilidad institucional y potencial acceso a recursos. May acusa un acto de apropiación cultural y extractivismo intelectual, señalando que la omisión deliberada de su autoría es una violación ética y un ejemplo de cómo saberes indígenas pueden ser explotados por terceros sin reciprocidad ni reconocimiento.

Ballesteros subrayó que el caso “no es un malentendido ni una diferencia de opiniones”, sino un hecho concreto de apropiación cultural y extractivismo intelectual, al usar saberes tradicionales sin consentimiento, sin reciprocidad y sin reconocimiento a su verdadero portador.

El texto también advierte sobre una práctica recurrente: el privilegio blanco y académico que obtiene visibilidad, fondos y prestigio a partir de conocimientos de pueblos originarios, mientras a las comunidades se les exige compartir gratuitamente su herencia cultural.

La denuncia enfatiza que Racanski, como profesional con estudios en pigmentos, “debió corregir la información” en la publicación oficial que le atribuía la recreación del Azul Maya, y que al quedarse callada permitió que se difundiera una versión falsa que la beneficiaba.

“Cuando sabes que algo no es verdad y lo dejas pasar porque te conviene, ya no es solo un problema del artículo. Es tuyo también”, advierte el escrito.

May recordó que su labor de casi una década se ha financiado con recursos propios, sin apoyo gubernamental, y que su decisión de cobrar por talleres responde al valor y esfuerzo invertidos. “No es egoísmo defender el fruto de años de trabajo. Lo egoísta es quererlo gratis, usarlo para tu beneficio y negar de dónde viene”, concluyó.

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