
El exgobernador Mario Villanueva vuelve a la carga.
Ahora, en entrevista con la legendaria revista Proceso, insiste en culpar de su situación al expresidente Ernesto Zedillo y, una vez más, omite convenientemente el capítulo más oscuro de su terrorífico mandato. Quizá, justo eso es lo que realmente no le ha permitido recuperar su libertad y lo mantiene, incluso, en la posibilidad de volver a prisión.
Mario Villanueva fue entrevistado en el contexto de la extradición a Estados Unidos de 29 presuntos narcotraficantes, encabezados por Rafael Caro Quintero. Y, precisamente, un asunto con el gobierno estadounidense resalta en su historial de excesos y abusos. Pero, en la entrevista con Proceso, Villanueva vuelve a mirar hacia otro lado y prefiere centrar su artillería en el indefendible Ernesto Zedillo, en cuyo gobierno destacan los pagarés del Fobaproa convertidos en deuda pública con un costo inicial para todos los mexicanos de 552 mil millones de pesos.
Villanueva declaró a Proceso que el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León le fabricó los cargos en su contra como venganza por haberse negado a realizar negocios presuntamente ilícitos con sus familiares en Cancún y la Riviera Maya, utilizando dinero del erario estatal.
“Fue por órdenes del presidente Ernesto Zedillo, a través del procurador Jorge Madrazo Cuéllar, que se fabricó el expediente”, aseguró Villanueva en su extensa conversación con Proceso.
Pero…
En 1998, en el penúltimo año del gobierno de Mario Villanueva, trascendió que el entonces cónsul de los Estados Unidos en la península, David Van Valkenburg, fue sacado de México tras advertir a sus superiores que había recibido amenazas de muerte… nada menos que del mismísimo gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva. Así lo divulgó en su momento The Wall Street Journal.
Los hechos ocurrieron en junio de 1997, cuando el diplomático estadounidense se trasladaba en un auto blindado hasta el aeropuerto de Mérida para ser regresado a su país. Van Valkenburg informó a su staff sobre las amenazas, y al menos cuatro diplomáticos más en México también tuvieron conocimiento del asunto.
Pero el escándalo no terminó ahí. El Departamento de Estado de los Estados Unidos se tomó la situación lo suficientemente en serio como para retirar a su representante del sureste del país y “comentar” el tema con funcionarios mexicanos.
Aunque la diplomacia estadounidense nunca pudo confirmar que la fuente directa de las amenazas fuera el propio Villanueva —quien, por supuesto, negó tajantemente haber amenazado a Van Valkenburg—, el episodio marcó un punto de quiebre.
Curiosamente, el conflicto no se debió a acusaciones contra Villanueva por narcotráfico, sino a la insistencia del cónsul en esclarecer la muerte de un turista estadounidense de 27 años en un accidente automovilístico en Cancún, en el que habría estado implicada una patrulla que circulaba sin luces una noche de febrero de 1997.
Y, casualmente, a partir de ese momento, el cerco contra Mario Villanueva por sus supuestas relaciones con el crimen organizado comenzó a cerrarse.