
¿Y ya pa’ qué?
La titular de Semarnat, Alicia Bárcena, vino a dar atole con el dedo a los quintanarroenses en temas ambientales, algunos de los cuales ya presentan daños irreversibles, como los casos Tren Maya, la invasión de sargazo sin precedente o megaproyectos avalados por la 4T como el cuarto muelle de Cozumel.
Por más decretos bajo el brazo y buenas intenciones, Bárcena no pudo ocultar a qué vino a Quintana Roo: a gestionar daños ya cometidos. Algunos de ellos, sin vuelta atrás. Vino a patear la lata, a proponer “soluciones” que llegan tarde y que, en el mejor de los casos, solo funcionarían a largo —y muy largo— plazo.
Su sabucán “mágico” vino lleno de promesas para el futuro y más allá: que si los PODEBIS, que si los colores hechos con sargazo, que si el parque de economía circular… Mucho filigrana, pero ni una sola solución concreta a los problemas urgentes que enfrenta el estado, y casi todos, por culpa de decisiones tomadas por el propio gobierno al que pertenece.
Sargazo: la temporada más tóxica y sin contención
Bárcena reconoció que más de 80 mil toneladas de sargazo han llegado este año a las costas de Quintana Roo. Una de las peores temporadas registradas. Y, aun así, la estrategia oficial es hablar de parques circulares y ladrillos hechos con sargazo, sin enfrentar el colapso inmediato en playas, arrecifes y ecosistemas. El desastre económico es evidente.
Sí, se habló de “pescar sargazo en altamar”, cosa que dijeron hace ¡¡10 años!! con otras palabras. No hubo ni un dato técnico, ni presupuesto, ni cronograma, ni protocolo. Nada que ayude hoy a las tortugas atrapadas o a los hoteleros rebasados.
Tren Maya: reserva… después del ecocidio

En tono diplomático, Bárcena aceptó que el Tren Maya ha dejado “heridas” en la selva. Que hay que restaurar, que se usarán plantas nativas, que los chicleteros ayudarán a reforestar. Pero no mencionó frenar obras, ni responsabilizar a nadie por la destrucción de cenotes y cavernas subterráneas.
Y en un gesto tan tardío como inútil, ahora propone crear una reserva de la biósfera del Gran Acuífero Maya, como si eso pudiera revertir el impacto de haberlo taladrado sin mapas ni estudios en varios tramos del megaproyecto.
Hablar de restaurar mientras se sigue devastando no es política ambiental. Es un simulacro.
Cuarto muelle: la Semarnat que aprobó, ahora “revisa”
El caso del cuarto muelle en Cozumel es otra muestra del doble discurso. La propia Semarnat admite que la Manifestación de Impacto Ambiental fue incompleta, con omisiones e incluso posibles datos falsos. Pero eso no impidió que en 2021 y 2022 el gobierno federal lo aprobara sin mayor reparo.
Ahora que hay protesta ciudadana, firmas y evidencia, dicen que lo están “revisando”. ¿Y si no hubiera protesta, también lo revisarían? ¿O solo se revisa lo que incomoda políticamente?
Calica: entre el error geográfico y cortinas de humo
Como si no bastaran las omisiones, Bárcena confundió la ubicación de Calica, señalando que pertenece a Felipe Carrillo Puerto, cuando en realidad está junto a Playa del Carmen y pertenece al municipio de Cozumel.
Semarnat dice tener listo el Plan de Manejo para la nueva Área Natural Protegida, pero aún “se evalúa el tipo de uso de suelo”. Es decir: no está listo. Mientras tanto, Calica sigue sin sanción firme, sin restauración ambiental y sin un plan claro para su futuro.
De hecho, el expresidente López Obrador usó Calica y Xcaret -ambos impresentables- como cortinas de humo frente a la devastación provocada por el Tren Maya.

El atole se sirve con decreto en mano
Alicia Bárcena vino a suavizar el desastre, a ofrecer un discurso amable mientras las cicatrices ecológicas siguen abiertas. No trajo sanciones, ni planes operativos, ni medidas con dientes. Solo el anuncio de un decreto —los famosos PODEBIS— que existe solo en el papel.
Mientras tanto, el sargazo colapsa las playas, el Tren Maya sigue sin pasajeros, el cuarto muelle se amarra y la reserva del Acuífero Maya se pospone.
Eso no es política ambiental.
Eso es administrar el desastre con un remendado bote de atole