México fija postura ante EU: “No se puede dar más agua de la que hay”
La presidenta Claudia Sheinbaum ha dejado claro un punto clave en la negociación de agua con Estados Unidos: México no dará más agua de la que realmente tiene.
Esta frase, tan directa como firme, marca una línea roja en la relación bilateral, en un momento donde los recursos hídricos son cada vez más disputados y el contexto social del norte del país se vuelve más tenso.
El mensaje no es solo diplomático, sino también político y territorial. Al fondo está el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944, pero también las sequías, el reclamo de productores agrícolas y la presión de Washington.
La postura de Sheinbaum: firmeza sin romper el diálogo
Diálogo, pero sin sacrificar al campo mexicano
Sheinbaum fue enfática: no se puede dejar sin agua a los agricultores ni a las poblaciones mexicanas. Esto significa que, aunque hay voluntad de diálogo, hay límites claros. La mandataria reconoció la presión existente, pero sostuvo que las negociaciones se están llevando a cabo “en muy buenos términos”.
Un equipo negociador con peso político y técnico
En un gesto estratégico, Sheinbaum puso al frente de la negociación a Julio Berdegué, su secretario de Agricultura. La señal es clara: el tema es prioritario, técnico y también diplomático.
Por el lado de Estados Unidos, el Departamento de Estado participa activamente, acompañado por un actor clave: Christopher Landau, exembajador en México durante la administración de Donald Trump.
Landau “conoce bien a México”, dijo la presidenta, lo que para ella representa una ventaja en la búsqueda de consensos realistas. Esta alineación apunta a evitar confrontaciones, pero sin ceder en lo esencial: el agua que no existe, no se puede entregar.
El Tratado de Aguas: obligaciones, crisis y tensiones
Un pacto histórico bajo presión
El Tratado de 1944 entre México y Estados Unidos establece obligaciones mutuas en el intercambio de aguas fronterizas. México debe entregar 1,750 millones de metros cúbicos de agua del Río Bravo cada cinco años. Sin embargo, el estrés hídrico, el cambio climático y las sequías recurrentes han dificultado su cumplimiento.
Cada vez que se aproxima el fin del quinquenio, el tema resurge con fuerza. Productores de Chihuahua y Tamaulipas ya han protagonizado protestas en años recientes, argumentando que las entregas de agua comprometen su seguridad alimentaria.
¿Crisis en puerta?
En esta ocasión, el mensaje de Sheinbaum parece anticiparse a un escenario complicado: no hay suficiente agua. Así de simple. El dilema es doble: cumplir con un acuerdo internacional y evitar un conflicto social en zonas rurales ya golpeadas por la escasez.
Agua, seguridad nacional y soberanía: una narrativa en construcción
De AMLO a Sheinbaum: continuidad con matices
La presidenta difundió un video sobre una planta de tratamiento en la frontera, impulsada desde el gobierno de López Obrador. Con ello busca reforzar un mensaje de gestión y continuidad. El subtexto: México sí cumple, pero no a costa de su gente.
Sheinbaum retoma así el enfoque territorialista que marcó el sexenio anterior, con una narrativa donde la soberanía hídrica es un tema de seguridad nacional. Las decisiones sobre el agua no se toman sólo en función de Washington, sino desde el suelo mexicano, con base en datos, necesidades y realidades locales.
Contexto local: agricultura, sequía y desigualdad
El campo, el gran afectado
En entidades como Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Sonora, el campo enfrenta una crisis hídrica severa. Embalses al mínimo, lluvias escasas y conflictos por la distribución del recurso. En este contexto, cualquier decisión que implique enviar agua a Estados Unidos genera inconformidad y tensión.
Los agricultores exigen prioridad en el acceso al agua, y ven con recelo cualquier cesión sin consulta previa. Sheinbaum, al señalar que no se puede dar lo que no existe, lanza un mensaje político de respaldo a este sector.
¿Y el sureste?
Aunque el conflicto actual se centra en el norte, el tema del agua también atraviesa al sureste. En estados como Yucatán y Quintana Roo, la presión sobre los mantos freáticos, la contaminación y la urbanización desordenada son parte de un mismo mapa de crisis hídrica nacional.
¿Qué sigue? Una negociación con tiempo contado
Coordinación diplomática clave
La participación de Relaciones Exteriores es otra señal de la complejidad del asunto. El agua ya no es solo un tema de cuencas, sino de relaciones internacionales. Y como tal, México busca mantener una postura de cooperación, pero sin perder autonomía.
Expectativas para los próximos meses
Aunque no se ha fijado un plazo exacto, el cumplimiento del Tratado marca los tiempos de esta negociación. Estados Unidos espera resultados, pero México insiste en que no se puede exigir lo imposible. El punto medio deberá encontrarse sin sacrificar la estabilidad de las regiones más vulnerables.
Un pulso que va más allá del agua
La frase de Sheinbaum resume un principio que puede marcar su sexenio: realismo con firmeza. Al poner límites en el diálogo con Estados Unidos sobre el agua, la presidenta se presenta como una negociadora seria, que escucha a los suyos y defiende prioridades nacionales.
El mensaje no solo va dirigido a Washington, sino también al norte del país, al sector agrícola y al electorado que espera una gestión con sensibilidad territorial. En un mundo donde el agua será cada vez más escasa, este tipo de decisiones pueden definir la estabilidad política, económica y social de México en los años por venir.
