
Washington abre la puerta a un nuevo pacto con Pekín
“La pelota se está moviendo en la dirección correcta”. Con esa frase, la Casa Blanca marcó un cambio en el tono de las relaciones entre Estados Unidos y China.
En medio de una guerra arancelaria sin precedentes y un clima geopolítico global tenso, las señales de un posible acuerdo comercial empiezan a emerger.
Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, fue la encargada de dar el mensaje: el presidente de Estados Unidos está optimista y considera que el escenario se está preparando para un pacto que podría desactivar uno de los mayores focos de tensión económica mundial.
El contexto: una guerra arancelaria recargada
Trump vuelve, vuelven los aranceles
Desde el regreso de Donald Trump a la presidencia en enero, la política comercial estadounidense retomó su tono más agresivo. La administración impuso aranceles adicionales de hasta 145% sobre una amplia gama de productos chinos.
La justificación: el presunto rol de China en la cadena global de suministro del fentanilo y prácticas económicas consideradas “desleales”.
La respuesta china: 125% de aranceles
Pekín no se quedó de brazos cruzados. En represalia, aplicó aranceles de 125% a productos estadounidenses, generando un efecto de espejo que ha reactivado lo que analistas llaman un “embargo comercial recíproco”.
Esta escalada de medidas restrictivas ha vuelto insostenible el intercambio entre las dos mayores economías del planeta.
Las señales de distensión
La declaración de la Casa Blanca
Durante una sesión informativa, Karoline Leavitt compartió que el presidente estadounidense considera que las negociaciones marchan positivamente. Aunque no se anunciaron detalles concretos, el lenguaje utilizado apunta a un cambio de narrativa respecto a los últimos meses de tensión.
“Estamos haciendo muy bien con respecto a un posible acuerdo comercial con China”, aseguró la portavoz.
El mensaje de JP Morgan: “es insostenible”
En paralelo, durante un evento privado del banco JP Morgan Chase en Washington, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, advirtió que el escenario actual no puede sostenerse mucho más tiempo.
Según una fuente presente en el evento, Bessent fue tajante: los aranceles actuales funcionan como una suerte de bloqueo comercial mutuo.
Este reconocimiento público por parte de un alto funcionario económico refuerza la percepción de que hay una voluntad política para desactivar el conflicto.
¿Qué está en juego?
Impacto global y presión interna
La pugna arancelaria entre Estados Unidos y China tiene efectos globales. Desde el encarecimiento de bienes hasta el estancamiento de cadenas de suministro, el costo económico ha sido alto.
A nivel interno, ambos gobiernos enfrentan presiones: en EE.UU., sectores productivos reclaman estabilidad; en China, el freno al crecimiento requiere oxígeno comercial.
El fentanilo y las “prácticas desleales”
Uno de los puntos más delicados es la acusación de que China participa en la cadena de suministro global del fentanilo, una droga que ha desatado una crisis de salud pública en Estados Unidos.
Washington también acusa a Pekín de manipular el mercado mediante subsidios y políticas opacas.
Ambos temas están sobre la mesa en las negociaciones, lo que añade complejidad al posible acuerdo.
¿Acuerdo real o maniobra política?
La incertidumbre electoral
Con el calendario electoral avanzando en EE.UU., todo movimiento en política exterior tiene un impacto interno. ¿Es esta una maniobra para mostrar liderazgo internacional antes de las elecciones? ¿O estamos realmente ante un punto de inflexión comercial?
Analistas apuntan a que un anuncio de acuerdo podría beneficiar al gobierno de Trump, especialmente ante una opinión pública polarizada y con preocupaciones económicas vigentes.
Un gesto hacia Wall Street
El hecho de que el mensaje sobre el carácter “insostenible” del conflicto haya salido de un evento organizado por JP Morgan no es menor. Los grandes capitales han presionado en los últimos meses por una tregua que devuelva previsibilidad al mercado.
El papel de América Latina en este tablero
Un Caribe atento a los movimientos
Aunque las decisiones se tomen entre Washington y Pekín, los efectos llegan al sur. El Caribe Mexicano, por ejemplo, podría verse afectado si un acuerdo reconfigura rutas de importación o libera presiones inflacionarias.
Además, si se destraba el comercio entre las dos potencias, sectores como el turismo y la logística podrían beneficiarse indirectamente al mejorar la estabilidad económica global.
Señales de deshielo en la nueva guerra fría económica
Estados Unidos y China han vivido años de tensión económica, marcados por aranceles, acusaciones cruzadas y retaliaciones. El anuncio de la Casa Blanca no constituye un acuerdo todavía, pero sí una señal. La pelota, como dijo la vocera presidencial, ya se mueve.
Si se concreta un acuerdo, podría abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales. De no lograrlo, el mundo seguirá atrapado en una pugna que amenaza con frenar el crecimiento global.
El Caribe Mexicano y América Latina deben seguir atentos: en esta partida de ajedrez, cada movimiento de las potencias tiene efectos en cadena.