
El PAN en Quintana Roo enfrenta su peor crisis.
Tras casi tres años en el tobogán, el panismo caribeño paga el precio de decisiones externas y errores internos que lo empujan al despeñadero.
La alianza con el PRI, impuesta desde el Altiplano, no fortaleció al partido en el estado. De hecho, perdió su bastión, Solidaridad, donde el concepto del PRIAN se aplicó sin reparos.
Por otro lado, la dirigencia estatal, encabezada por Reyna Tamayo, ha optado por ser una oposición “responsable”, es decir, cómplice e incondicional al régimen morenista.
Actualmente, el PAN-QR está en un proceso de “renovación” que no es tal, sino puro continuismo.
Reyna Tamayo ha acaparado el control del partido y los consejeros, lo que impidió el registro de la exsenadora Susana Martínez como aspirante a la dirigencia. La maniobra para obtener los apoyos del 90% de los consejeros, deja un fuerte tufo a injerencia externa.
En respuesta, Martínez anunció que litigará el proceso. Así, el PAN-QR queda atrapado en una dirigencia sin credibilidad y un proceso judicializado.
Un panorama desastroso para el PAN, pero excelentes noticias para el bipartidismo.